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Importante conferencia de prensa en apoyo al colectivo feminista YoNoFui en la Legislatura porteña
27 de diciembre de 2024, por Amenaza para-estatal — Política, Géneros y Sexualidades, Ciudad de Buenos Aires, Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS), Amenazas, Andrea D'Atri, Alejandrina Barry, Frente de Izquierda y de Trabajadores - Unidad (FITU), Parapoliciales, Política, Géneros y Sexualidades, Ciudad de Buenos Aires, Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS), Amenazas, Andrea D'Atri, Alejandrina Barry, Frente de Izquierda y de Trabajadores - Unidad (FITU), ParapolicialesEl Colectivo YoNoFui denunció que el pasado 19 de diciembre, 3 individuos ingresaron a la casa de la madre de la fundadora y presidenta y sin robar nada dieron vuelta todo. Una clara amenaza para-estatal. Hoy recibieron un amplio acompañamiento de organizaciones de DDHH, feministas, sociales y legisladoras porteñas. En unidad hay que frenar este accionar.
El Colectivo feminista YoNoFui denunció que el pasado jueves 19 de diciembre ingresaron 3 individuos a la casa de la madre de María Medrano -en la Ciudad de Buenos Aires-, fundadora y presidenta de la Asociación Civil y Cultural YoNoFui, que es el domicilio legal de la asociación. “No fue un robo, no hubo violencia física, pero dieron vuelta la casa con el fin de dejar un mensaje amenazante a María y a todo el colectivo. Usaron a una mujer de 83 años, con graves problemas de salud, quien estaba acompañada por otra mujer a cargo de su cuidado y a las hijas de ésta de 11 años y 1 año.” denuncian desde el Colectivo.
En respuesta a este accionar para-estatal, este viernes se realizó una importante conferencia de prensa en la Legislatura porteña. Con el acompañamiento de numerosas organizaciones de DDHH, feministas y sociales, Alejandrina Bary del CeProDH, Georgina Orellano de AMMAR, CTA, además de las legisladoras porteñas como Andrea D'Atri (PTS) y Vanina Biasi (PO) del Frente de Izquierda y Victoria Montenegro (UxP); María Medrano denunció que con estas intimidaciones y amedrentamientos intentan disciplinarnos a través del miedo por nuestra actividad política y social comunitaria.
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YoNoFui realiza hace más de 23 años un trabajo de acompañamiento jurídico, habitacional, laboral, psicológico, pedagógico y afectivo a mujeres cis y trans privadas de libertad, liberadas, personas con arresto domiciliario, personas en situación de consumos problemáticos, en situación de calle y víctimas de violencia de género y violencia institucional.
Medrano también señaló que "estamos viendo un Estado que refuerza y agranda su brazo represivo, de vigilancia y control, donde los servicios de inteligencia comienzan a infiltrarse e impregnar la totalidad de nuestra vida política y cotidiana."
Por su parte la legisladora Andrea D'Atri del FIT dio el contexto porteño en que se dan estos aberrantes hechos “En estos momentos donde Kravetz pasa de comandar la policía porteña a ser el número 2 de la SIDE, pasándose del PRO a la LLA, y donde destituyeron a la cúpula de la Policía de la Ciudad por la fuga de presos, dan muestra del accionar policial y de los servicios de inteligencia. El estado debe hacerse responsable y desde nuestra parte no queda más que acompañar a María y a todas las compañeras”.
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Todos los presentes exigieron el pronto esclarecimiento de los hechos y un acompañamiento permanente a todo el Colectivo YoNoFui.
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Cometierra: Encuentro contra la censura y por la ESI
20 de diciembre de 2024, por Mendoza — Géneros y Sexualidades, Literatura, Mendoza, Censura , Pan y Rosas, DGE, Literatura, ESI (Educación Sexual Integral), Dolores Reyes, Cometierra, Victoria Villarruel, Géneros y Sexualidades, Literatura, Mendoza, Censura , Pan y Rosas, DGE, Literatura, ESI (Educación Sexual Integral), Dolores Reyes, Cometierra, Victoria VillarruelLiteratura, educación y censura. Estudiantes, artistas y docentes debatieron sobre Cometierra y la Educación sexual integral en un bar cultural organizado por Pan y Rosas. En la mesa estuvieron Fabiana Grasselli, Ramiro Zó y Natalia Naciff.
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En un contexto de campaña mediática, encabezada por la vicepresidenta Victoria Villarruel, de censura al libro Cometierra y ataques a la Educación Sexual Integral (ESI), un grupo de estudiantes, artistas, docentes y activistas se reunió en Mendoza para debatir al respecto. El evento, organizado por la agrupación de mujeres y diversidad Pan y Rosas, contó con la participación de docentes e intelectuales como Fabiana Grasselli, Ramiro Zó y Natalia Naciff, quienes dialogaron entre sí y con las personas presentes sobre literatura, educación, censura, ESI y las motivaciones detrás de los ataques de los sectores conservadores.
Participaron jóvenes estudiantes, artistas y docentes que debatieron sobre lo que se esconde detrás del ataque al libro Cometierra de la autora Dolores Reyes, La China Iron (Gabriela Cabezón Cámara), Las Primas (Aurora Venturini) y Si no fueras tan niña (Sol Fantín) y otras expresiones artísticas.
La censura al libro Cometierra de Dolores Reyes no es un hecho aislado. Forma parte de una estrategia más amplia de la derecha para imponer una visión conservadora y homogeneizante de la cultura. La figura de Victoria Villarruel, con sus discursos cargados de odio y estigmatización, ha sido instrumental en esta campaña.
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Los participantes debatieron sobre la importancia de obras literarias como Cometierra y su papel en la visibilización de problemáticas sociales como la violencia de género. Docentes de nivel primario y secundario compartieron sus experiencias en el aula, desmintiendo las acusaciones de sexualización infantil y resaltando la necesidad de abordar la sexualidad de manera abierta y respetuosa.
Natalia Naciff planteó un interrogante crucial: ¿Qué textos es posible abordar en el aula y cuáles no, y por qué? Fabiana Grasselli, por su parte, señaló que no es casualidad que las escritoras mujeres sean blanco de ataques, ya que sus obras desafían el canon literario y han desarrollado su literatura a la par de un movimiento de mujeres que gana las calles. En la misma sintonía, planteó la necesidad de politizar la lectura y la escritura frente a los posicionamientos contra el supuesto adoctrinamiento. Y Ramiro Zó puso de manifiesto una contradicción evidente: mientras se bombardea a las infancias con imágenes sexualizadas a través de las redes sociales y los medios de comunicación, se busca censurar cualquier contenido que aborde la sexualidad de manera abierta y honesta. Esta doble vara revela una profunda hipocresía y un desconocimiento de las necesidades reales de las jóvenes.
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El encuentro también sirvió para analizar la situación del movimiento de mujeres y diversidad en Mendoza y a nivel nacional, y para reflexionar sobre las estrategias a seguir frente a los ataques de la derecha. Las participantes coincidieron en la importancia de la organización colectiva y volver a ganar las calles para defender los derechos conquistados y avanzar hacia una sociedad más igualitaria.
"La resistencia no implica replegarse, sino organizarse de manera colectiva para enfrentar los desafíos y responder con fuerza a los ataques", afirmó una de las participantes.
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Calu Rivero ganó el juicio que le inició Juan Darthés tras haber denunciado acoso
19 de diciembre de 2024, por Violencia de género — Géneros y Sexualidades, Calu Rivero, Juan Darthés , Violencia de género, Géneros y Sexualidades, Calu Rivero, Juan Darthés , Violencia de géneroEl actor Juan Darthés, que viene de ser condenado en la justicia brasileña por la denuncia que inició Thelma Fardín, ahora perdió el juicio que él había iniciado contra la actriz Calu Rivero quien públicamente denunció que había sufrido acoso durante el rodaje de Dulce Amor.
La actriz Calu Rivero se expresó tras el fallo judicial que desestimó la demanda por daños y perjuicios que Juan Darthés le había interpuesto luego de que ella lo acusara públicamente de acoso sexual. “Hoy cierro un capítulo en mi vida” dijo en redes sociales. Este caso, que surgió en el marco de la producción de la telenovela "Dulce Amor", tuvo gran impacto logrando visibilizar la violencia de género en el ámbito laboral y mediático.
En un mensaje difundido en sus redes sociales, Rivero agradeció a sus abogadas, Raquel Hermida Leyenda y Marcela Arvia, por su trabajo comprometido en el caso, destacando su enfoque en perspectiva de género. "Gracias a ellas y a la increíble red de contención que construyeron desde su fundación, pude enfrentar y ganar un juicio por daños y perjuicios que Darthes inició contra mí cuando me animé a ser la primera en alzar la voz y denunciar" sostuvo la actriz.
Otro caso que refleja el impacto del movimiento de mujeres poniendo en evidencia el rol de la Justicia, donde las mujeres enfrentan enormes desafíos y trabas para denunciar. Las masivas movilizaciones en las calles desde el 2015 instalaron con urgencia la necesidad de combatir la violencia de género.
En sus redes Thelma Fardín recordó el papel que tuvo Rivero en su decisión para hablar públicamente. La denuncia de Thelma fue un punto de inflexión en el debate sobre la violencia machista en ámbitos laborales, rodeada del Colectivo de Actrices hizo pública su denuncia por violación contra Juan Darthés. Como resultado de esa denuncia Darthés fue condenado por la Justicia brasilera a 6 años de prisión.
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Las denuncias que impulsaron las actrices ponen de manifiesto la necesidad de luchar contra la violencia machista en todos los ámbitos de la sociedad. En un contexto donde desde el Estado se reproducen discursos de odio y demonización del feminismo, también refuerza la importancia de la movilización colectiva como herramienta clave para visibilizar y combatir la violencia de género.
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El último testimonio de Adriana Calvo: los rugidos de una loba
15 de diciembre de 2024, por Lucha contra la impunidad — Política, Géneros y Sexualidades, Libertades Democráticas, Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos, Adriana Calvo, Detenidos desaparecidos, Política, Géneros y Sexualidades, Libertades Democráticas, Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos, Adriana Calvo, Detenidos desaparecidosFue la primera sobreviviente de la dictadura que declaró en el Juicio a las Juntas de 1985. Hoy cumpliría 77 años. Aquí su último testimonio, mensaje de resistencia inquebrantable. Su lucha contra la impunidad se reactualiza ante el negacionismo de sectores reaccionarios aliados al Gobierno nacional.
“El día que parí a mi hija en el patrullero en el que me trasladaban de la Comisaría 5° de La Plata al Pozo de Banfield hice la promesa que, si mi beba vivía y yo vivía, iba a luchar todos los días de mi vida para que se hiciera justicia”, dijo Adriana Calvo ante el juez Guillermo Ledesma. La entonces integrante de la Asociación de Docentes e Investigadores de la Facultad de Ciencias Exactas y luego fundadora de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos (AEDD), así lo hizo hasta el día en que murió, el 12 de diciembre de 2010, hace 14 años.
Myriam Bregman, que luego sería una de las abogadas querellantes en numerosos juicios de lesa humanidad, recuerda que la noche del 21 de agosto de 2003, “mientras festejábamos en la calle la anulación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, Adriana me dijo que iban a necesitar muchos abogados, porque las querellas iban a ser tantas que iban a tener que llevarlas con carritos por Tribunales”. Fue entonces también que, luego de la fundación de la AEDD y del Encuentro Memoria, Verdad y Justicia, Adriana fue una de las principales impulsoras de Justicia Ya!, que actuaría como una gran querella colectiva en los juicios de lesa humanidad.
Para eso, Adriana encabezó el trabajo de investigación y recolección de datos como no quiso realizar ningún gobierno constitucional. Ella misma sabía cómo funcionaba la memoria: “al día siguiente de su liberación, con mi papá empezaron a avisar a las familias. Entre los dos llamaron a más de 50 familias de quienes compartieron cautiverio”, cuenta su hija Teresa Laborde, que nació secuestrada pero pudo conservar su identidad. Sin embargo, la tarea de Adriana, ahora, era otra: dar con todos los genocidas, llevarlos al banquillo de los acusados y lograr que sean condenados como tales por todos sus compañeros y compañeras.
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Irene Ippolitto, docente de la Facultad de Ingeniería e investigadora del CONICET, una de las mejores amigas de Adriana, cuenta que “ella siempre tuvo un método científico: cada vez que tenía que testimoniar, sacaba sus tablas que había hecho en un excel, con fechas, nombres, hechos, acotaciones, para no olvidarse de ningún compañero o compañera, y dependiendo de la causa en la que testificaba, armaba su testimonio. Lo mismo hacía en sus clases. Tenía un método científico característico”.
Adriana fue pionera en la pelea por que la justicia reconociera la figura del genocidio en esos juicios, en los que además denunciaba que sólo algunos genocidas eran condenados a cuentagotas. No pudieron detenerla ni las amenazas que recibió luego de la segunda desaparición de Jorge Julio López, en el juicio contra Miguel Osvaldo Etchecolatz; ni las que recibió antes, cuando se preparaba para declarar en el Juicio a las Juntas; ni la propia enfermedad.
“El cáncer de mi mamá duró un año y tres meses. No podía casi ni hablar. Pero aún así, la memoria que tenía era impresionante”, refuerza Teresa al acercarnos la última denuncia, el último testimonio de Adriana Calvo, en el marco de la causa de “Automotores Orletti II”, en octubre de ese 2010, unas semanas antes de su fallecimiento.
Como recuerda su amiga Irene, para Adriana, declarar, denunciar la impunidad a los genocidas, civiles y militares, siempre era de primer orden. No sabía cuál iba a ser la última vez. Y cada vez era una renovada expresión de resistencia. En aquella oportunidad, dos cosas marcaron la declaración de Adriana: la pelea por la inclusión de Alicia Raquel D'Ambra en esa causa, y la denuncia del robo del nieto 133, cuya identidad aún no se conocía.
Hasta el último respiro
Adriana luchó incansablemente contra la impunidad. Hasta sus últimos días trabajó en denuncias y rodeada de familiares, compañeras y compañeros. No llegó a ver elevada a juicio la causa de la brigada de Pozo de Banfield, que se instruyó precisamente por la reconstrucción minuciosa que realizó junto a AEDD sobre el funcionamiento de ese Centro de Detención y de la maternidad clandestina que funcionó allí dentro.
Según sus registros, en ese lugar estuvieron secuestradas al menos 23 mujeres embarazadas o inmediatamente después de parir y 12 hijos, hijas, hijes fueron apropiados. Hasta el momento en que Adriana dio su último testimonio, 8 de ellos continuaban desaparecidos: “uno de ellos es el hijo de Cristina Navajas”, volvió a repetir en aquella declaración.
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Compañeras
En cautiverio, Adriana conoció a Manuela Santucho, Cristina Navajas y Alicia Raquel D'Ambra, militantes del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), que previamente habían sido secuestradas y torturadas en Automotores Orletti, el Centro Clandestino de Detención con el que contó la SIDE en el barrio de Floresta, en la Ciudad de Buenos Aires, durante la dictadura.
“Las conocí el 16 de abril de 1977 en el segundo piso del Pozo de Banfield, donde había sido llevada la noche anterior, desde la Comisaría 5ta. de La Plata”, contó en su lúcida y minuciosa exposición, ante fiscales y jueces que intervenían en la "Causa Orletti II", donde se condenó a 15 genocidas.
Adriana no llegó tampoco a conocer esa sentencia, pero el 8 de octubre de 2010 estuvo allí para decir, ante el Tribunal que llevaba adelante ese juicio:
“No puedo ni quiero terminar mi declaración sin explicar al Tribunal quiénes eran Manuela, Cristina y Raquel. Creo no haber mencionado hasta ahora que cuando llegué a Banfield llevaba dos meses y medio de cautiverio, que había adelgazado muchos kilos, a pesar de estar en mis últimos meses de embarazo, que venía de parir en el asiento de atrás de un auto, con los ojos vendados y las manos atadas atrás, que al llegar me habían obligado a limpiar la camilla donde me sacaron la placenta y el piso, desnuda frente a 10 o 12 guardias que se burlaban, mientras mi hija Teresa lloraba en una mesada, (...) estábamos en definitiva, en el último de los círculos de un infierno no imaginado siquiera por el Dante.Sin embargo, allí mismo y en gran medida gracias a Manuela, a Cristina y a Raquel conocí también lo más excelso, lo más sublime, lo más grandioso, del ser humano.(...)¿Cuál es la otra respuesta posible al motín organizado por Manuela y Raquel cuando un guardia pretendió arrancarme a Teresa de los brazos para supuestamente protegerla del efecto de la pastilla de Gamexane que iba a prender para eliminar los piojos que estaban contagiándolos a ellos? Aprovechando que habían abierto todos los calabozos para que el gamexane hiciera su efecto, todas las compañeras formaron una barrera humana infranqueable delante de mí, gritando al mismo tiempo, ‘no, no se la llevan' en un rugido de leonas defendiendo a sus crías, que jamás olvidaré.Por último ¿qué otra explicación hay para el silencio de Cristina acerca de su parto y de por qué su bebé no estaba con ella que la voluntad expresa y admirable de no transmitirme el temor de que se llevaran a Teresa?Sres. Jueces, Manuela, Cristina y Raquel fueron personas dignas, justas, valientes, solidarias y libres. Están desaparecidas y los responsables están impunes.Para ellos pido castigo, para ellas, mi homenaje!El 27 de julio de 2023 fue restituida la identidad del nieto 133, hijo de Cristina Navajas y Julio Santucho.
8 de octubre de 2010 - Audio de la Declaración completa de Adriana Calvo en la causa “Automotores Orletti II”, facilitado por la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos, grabado por Nilda Eloy
8 de octubre de 2010 - Desgrabación de la Declaración completa de Adriana Calvo en la causa “Automotores Orletti II”, facilitada por Teresa Laborde
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Teresa Laborde: “Nací desaparecida pero no pudieron robarme la solidaridad que tenemos en el ADN”
12 de diciembre de 2024, por Entrevista — Géneros y Sexualidades, Libertades Democráticas, Dictadura cívico-militar-eclesiástica, Dictadura, Géneros y Sexualidades, Libertades Democráticas, Dictadura cívico-militar-eclesiástica, DictaduraHija de Adriana Calvo, en 1977 ambas sobrevivieron al Pozo de Banfield. A 14 años del fallecimiento de su mamá, un 12 de diciembre de 2010, habla del legado que dejó, de la resistencia de las mujeres ante los genocidas, del arte como vía transformadora y de su diálogo actual con la juventud en la universidad y en las calles.
Teresa Laborde nació desaparecida en 1977, en el asiento trasero de un Falcon verde. Su mamá, Adriana Calvo, la parió esposada camino al Pozo de Banfield, el Centro Clandestino de Detención donde funcionó la principal “maternidad” del Circuito Camps, en la zona sur del conurbano bonaerense, durante la última dictadura cívico-militar en Argentina.
En ese lugar, ella y su madre sobrevivieron gracias a los cuidados de una veintena de mujeres que también estaban en cautiverio. “Mi mamá decía que eran unas leonas -cuenta- Para mí, sus hermanas eran como mis tías y sus mamás después fueron mis abuelas”.
Hoy, Teresa no se cansa de dar charlas en colegios y deja un mensaje en cada respuesta que da. Asegura que tiene “muchos giros” en su vida y que sobrevivió “para poder contar la historia”. Ella nació presa, pero pudo conservar su vida y su identidad. Su testimonio es una herramienta decisiva en la lucha contra la impunidad, la de ayer y la de hoy.
–Se conoce mucho tu historia pero, ¿cómo es ser Teresa Laborde?
–Es verdad, nadie lo pregunta. Les interesa cómo quedé, pero no qué hago. Soy docente de Historia del Arte en la Universidad de Lanús, me dedico a la investigación, la teoría, pero soy una Teresa con muchos puntos de giro.
–¿Cómo sería eso?
–Crecí sabiendo que había sobrevivido a algo que el resto de los bebés no; sabiendo que mi vida se la debía a 20 mujeres que se amotinaron en el Pozo de Banfield para que no me sacaran los milicos de los brazos de mi mamá. Eso es lo más importante que soy: el resultado de la solidaridad que tenemos en el ADN, que es lo que nos quisieron robar y no pudieron.
–¿Y qué otras Teresas sos?
–Soy una Teresa que nació desaparecida pero que no sólo no perdió la vida, sino que tampoco perdió la identidad. Y aunque no fue una tragedia natural sino terrorismo de Estado y genocidio, me pasa algo que supongo que les sucede también a los sobrevivientes de cualquier tragedia, que te salvas y decís: “¿Porqué me salvé yo y el resto no? ¿Qué voy a hacer de mi vida? ¿Voy a ser común, como cualquiera?”. Esa pregunta estuvo siempre. Pero esa Teresa también tuvo un momento de giro.
–¿Y cuándo fue ese giro?
–Después de la muerte de mi vieja. Siempre fue ella la que transmitió la historia, yo nunca me tuve que poner al frente. Algún documental, alguna nota, quizá. Pero ser Teresa después de su muerte fue otra cosa. Sobre todo, después del estreno de la película Argentina, 1985 yo sentí que tenía que hablar (NR: film del cineasta Santiago Mitre que relata el Juicio a las Juntas Militares por el genocidio que cometieron entre 1976 y 1983, un juicio donde la declaración de la madre de Laborde fue clave para la condena).
–¿Por qué?
Porque guste o no, puso sobre la mesa si en ese juicio se había hecho Justicia.
-¿Se hizo Justicia?
–Creo que la película deja ver que no.
–¿Por qué pensás que no se hizo Justicia?
–Porque a las Fuerzas Aéreas no las tocaron; porque salió la Ley de Punto Final y la Obediencia Debida; porque la Teoría de los dos demonios no se terminó de desmentir y el “no te metas” quedó grabado. Porque Jorge Antonio Berges, que era el médico de la policía bonaerense en Pozo de Banfield, y muchos otros, están en sus casas y saben dónde están los bebés que se robaron.
–Siempre hablás de tu mamá y tus tías cuando te referís a la lucha contra la impunidad, ¿qué rol creés que juegan las mujeres en ese espacio?
–Un rol muy importante, porque estamos siempre a la cabeza, porque somos las más pobres, las jefas de hogar, las que cuidamos el territorio, las que peleamos por los derechos humanos. Recuerdo por ejemplo de chiquita ver a Hebe (de Bonafini, titular de Madres de Plaza de Mayo ya fallecida) en el living de mi casa y también en la plaza, toda heroína, gigante, enfrentando a la Policía montada. Mujeres fuertes, no solo mi vieja. En el caso de las sobrevivientes, yo las escuché de chiquitas. Las escuché preparar sus testimonios. A otras no las conocí, aunque me tuvieron en brazos. Y mi mamá decía que eran unas leonas, y en mi caso además sus hermanas eran como mis tías, y sus mamás después fueron mis abuelas.
–¿Se puede decir que en este terreno también hay una cuestión de género?
–Claramente. Fue bien patriarcal la actitud del genocidio. Bajo la dictadura se violaba a las mujeres para someterlas, para disciplinarlas. Y hubo mujeres que estuvieron para desenmascararlo: mi mamá, que fue la primera testigo de contexto en un juicio de lesa humanidad; sus abogadas, que eran Myriam Bregman y Guadalupe Godoy. Ahí también eran todas mujeres. Y no es casual. No se hablaba de sororidad, pero esos lazos eran tan fuertes que no se rompieron nunca.
–¿Hace falta pensar este tema?
–Claro que hace falta pensarlo. Fijate cómo en ese momento no incorporaban la violacion como delito agravado, como violencia de género. Había mujeres que en su testimonio ni siquiera contaban que habían sido violadas. Tampoco existía la figura del genocidio. Ahora sí, y muchas cosas siguen pasando igual. Porque esa gente que torturaba y se enseñaba con las mujeres y las compañeras trans, siguió y sigue ejerciendo en la Policía bonaerense con las mismas prácticas.
Teresa, el arte y la educación: “la plenitud de hacer lo colectivo”
Teresa Laborde es docente de Historia del Arte en la Universidad de Lanús y participa del Centro Interactivo de Ciencia y Tecnología, Abremate, de esa casa de estudios. Se dedica a lo que ella llama “la teoría” del arte, pero no siempre fue así. Fue bailarina, actriz, circense y casi acróbata. Cuenta que en esta área de su vida, Teresa también tuvo giros.
–¿Cómo llegaste al arte?
–Al arte llegué de muy chiquita. Ya a los 8 años hacía teatro, jugaba mucho sola, creían que era autista porque no le daba bola a nadie.
–¿Creés que el arte funcionó como una herramienta de sanación?
–No lo pensé así cuando lo ejecutaba. Ahora me doy cuenta que sí, pero no lo elegí por eso. El arte me llevó de viaje por Uruguay, Ecuador, Cuba. Yo ya hacía circo y empecé con acrobacia aérea. Y ahí, un día, me desmayé y empecé con problemas en la espalda. La manera en que yo nací hizo que finalmente me dedique a la Historia del arte, a la teoría, que no pueda seguir haciendo danzas, teatro, tablas. La columna siempre estuvo dobladita.
–¿Por qué?
–Porque mi mamá me parió en la parte de atrás de un auto, esposada, rodeada de policías. Yo caí en el piso, quedé colgando del cordón. Cuando conseguí una beca para estudiar en Cuba en 2001 me tuve que hacer aptos físicos y ahí saltó que tenía la espalda llena de escoliosis pronunciadas. Ya un osteópata me había diagnosticado algún trauma al nacer (ríe). Me terminaron diciendo que me tenía que poner un corset a lo Frida Kahlo y operarme o dedicarme a otra cosa. Por eso terminé estudiando Historia del arte, teoría.
–¿Y lo disfrutás?
–Mucho. Ahora en la Universidad de Lanús trabajo en el Centro Interactivo de Ciencia y Tecnología, Abremate, y doy clases en el Departamento de Humanidades y Artes, en las carreras de Audiovisión y diseño y Comunicación visual. Hablo todo el tiempo con los pibes. El ambiente, la guerra, la falta de agua, la falta de empatía, la alienación en la pantalla, cómo nadie se mete… Son temas que les preocupan, entonces también trabajamos eso con el arte. Además doy muchas charlas en colegios, aunque eso no es un trabajo. Es parte de mi compromiso más militante, como hija, como sobreviviente.
–¿Y qué es lo que más te gusta de esas charlas en los colegios?
–Transmitir, tratar de abrir cabezas. Una vez en un colegio me preguntaron qué podía decirles para incentivarlos a luchar por sus derechos. Entonces yo les dije que te da plenitud. Es lo que vi siempre en mi mamá. Porque una cosa es tener un arrebato de éxtasis, de alegría, que es efímero, pero lo distinto es la plenitud de hacer lo colectivo. Tener empatía, estar con otros, siempre te va a hacer bien. Hoy por ejemplo, para mi, es estar con los jubilados y los estudiantes, y no dejarlos solos. Eso también es luchar por los Derechos Humanos, de ayer y hoy.
–¿A qué te referís con los derechos humanos de hoy?
–En las últimas décadas se habló mucho de la dictadura, pero casi exclusivamente de la que se vivió entre 1976 y 1983. Es como si de 1983 a esta parte de la historia no se hubiera violado un derecho humano más. Se dejó de hablar de los chicos que tenían hambre. Y eso también fue el Plan Cóndor, el plan económico de la dictadura. Yo siempre les pregunto a los chicos si saben cuánto había de pobreza cuando empezó el golpe militar. Y nadie sabe, pero era del 4%, y los 30 mil que se llevaron justamente lo que querían es que no hubiera ni ese 4%. A eso hay que apuntar.
–Los analistas políticos aseguran que el ascenso de Javier Milei, hasta llegar a ser Presidente, está vinculado al apoyo de los jóvenes. ¿Coincidís con ese análisis?
–Con el discurso de “las fuerzas del cielo”, lograron instalar que la solución tiene que venir de arriba hacia abajo. Pero la verdad es que esto no lo trajo sólo Milei. Si fuera así, nosotros como familia o cualquier sobreviviente, no hubiéramos tenido todas las amenazas que tuvimos en estos más de 40 años. En los ‘80 porque estaba el Juicio a las Juntas, en los ‘90 por la lucha contra el indulto a los genocidas; en los 2000 porque desapareció Julio López. La derecha nunca se fue porque nunca la sacaron. Pero como decía mi mamá, y yo trato de transmitir en los colegios, “nosotros somos muchos más”.
–¿Cómo te sentís hoy con Teresa Laborde?
–Me siento bien. Entendí que sobreviví para poder contar la historia. El teatro, la docencia me dieron esto de poder encarar un tema que no es fácil. Ir a los colegios y contarlo es una manera de ser Teresa, y es lo mismo que hacía mi mamá y sus compañeras.
*Entrevista originalmente publicada en Eter Digital.