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Sexo con robots. ¿Cada vez más cerca?
2 de marzo, por El Círculo Rojo — Géneros y Sexualidades, Cultura, Feminismo, Estereotipos, Edición Uruguay, Robots, Sexualidad, El Círculo Rojo, Géneros y Sexualidades, Cultura, Feminismo, Estereotipos, Edición Uruguay, Robots, Sexualidad, El Círculo RojoPredicciones, películas y estudios sobre las relaciones sexoafectivas con robots. ¿Cómo impactan los prejuicios y los estereotipos? Ficción y realidad de un problema demasiado humano.
· A lo mejor se cruzaron con este titular en redes sociales: “Para 2025, las mujeres van a tener más sexo con robots que con hombres”. La predicción es del futurólogo Ian Pearson.
· No vamos a hablar de eso, sino de una película de 2025 que se llama Companion (en Argentina se estrenó como Compañera perfecta).· El tráiler empieza con Iris y Josh conociéndose, un encuentro soñado de comedia romántica, y escuchamos una voz femenina que dice: “los dos momentos más felices de mi vida fueron el día que conocí a Josh y el día que lo maté”.
· La historia podría resumirse como un fin de semana con amigos que termina mal. Nos enteramos rápidamente de que Iris es un modelo de inteligencia artificial, una novia robot para simplificar.
· La premisa de casarte con un robot no es nueva. Una novela de 1972 (The Stepford Wives) ya la pensó y tiene una película Las mujeres perfectas de 2004. Pero Companion va más allá de la crítica feminista al estereotipo de la esposa y madre tradicional.
· La película propone reflexiones sobre dos temas, al menos:
· Nuestra relación con la tecnología, los algoritmos y el consumo en un mundo en el que las personas vivimos hiperconectadas pero también aisladas y alienadas.
· Qué dicen las preferencias de Josh sobre sus relaciones con las mujeres, cuando están en auge movimientos conservadores que interpelan especialmente a varones jóvenes.
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· Josh es un tipo promedio, nada parece estar fuera de lugar. Encarga una novia robot seteada para complacerlo sexual y emocionalmente y también puede controlarla y configurarla con una app del teléfono: elige cosas obvias como el color de sus ojos, su voz, pero también su inteligencia (el técnico que lleva el robot a su casa le dice “si le ponés 0% es una autómata, si le ponés 100% es una genia”. Él elige 40%).
Sexo y amor con robots
· La película abre otras preguntas: ¿Iris puede ser real? ¿Cómo serían las relaciones sexoafectivas entre personas y robots? Un estudio de 2024 (Technically in love) que indaga en cómo influyen los prejuicios y estereotipos en la relación con la tecnología en general y los robots en particular.
· Al revés de lo que decía el titular viral sobre las mujeres y los robots, los hombres lo prefieren. Cuando la empresa Realbotix sacó su primera sexbot al mercado, una encuesta mostró que dos tercios de los hombres tendrían sexo con un robot y dos tercios de las mujeres nunca lo harían.
· ¿Qué hombres prefieren el sexo con robots? Cuanto más machistas son sus opiniones, más les gustan los robots. También aquellos que no ven problemas en que haya jerarquías sociales o grupos sociales que sean considerados inferiores.
· Y algo muy particular, muy característico de estos tiempos. Hay una categoría en el estudio que se llama “sexismo hostil”, que es algo así como que “los hombres deben ejercer el poder porque si no, las mujeres los controlan” (¿sexismo en defensa propia?). Los hombres que piensan así son los que más eligen sexo con robots.
· ¿Y las mujeres? Se inclinan por robots de compañía sin importar el género y prefieren relaciones platónicas.
· Por eso la mayoría de los robots en el mercado actual son mujeres blancas, jóvenes y delgadas. Están diseñadas por hombres para los hombres. Realbotix ya comercializa en Estados Unidos a Aria (“una robot para solteros”, los géneros no son accidentales) por 10 mil dólares.
Machismo, desigualdad y problemas demasiado humanos
· Una de las conclusiones del estudio Technically in love dice que hay evidencias de que las creencias preconcebidas sobre las jerarquías sociales y las desigualdades de género impactarían en las relaciones románticas y platónicas entre seres humanos y robots.
· Este tipo de indagaciones son interesantes para pensar cómo se integra la tecnología a la nuestra vida, pero también porque nos cuenta cómo interactúan los seres humanos entre sí.
· No es una gran sorpresa, pasa algo similar con los sesgos de los algoritmos (que pesan bastante en muchas interacciones sociales). Vale la pena reflexionar sobre estos temas porque a veces se deposita en la tecnología la esperanza de hacer un borrón y cuenta nueva pero todo lo que hacen las personas suele arrastrar sus ideas y sus problemas demasiado humanos.
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Criminalización y castigo o el uso de la víctima
2 de marzo, por Ideas de Izquierda — Géneros y Sexualidades, Edición Estado Español, Feminismo, Edición Uruguay, Violencia de género, Bloque idz inferior2 5, Contrapunto 164 - 02/03/2025, Géneros y Sexualidades, Edición Estado Español, Feminismo, Edición Uruguay, Violencia de género, Bloque idz inferior2 5, Contrapunto 164 - 02/03/2025Comentario sobre El malentendido de la víctima (Tinta Limón, 2024) de la jurista italiana feminista Tamar Pitch. ¿Qué pasa cuando el estatus de víctima es la única forma de hacer oír tu voz?
Tamar Pitch es una jurista italiana que reflexiona hace varias décadas sobre el punitivismo, su influencia sobre los feminismos y otros movimientos contra la opresión. En El malentendido de la víctima (Tinta Limón, 2024) aborda lo que llama el estatus de la víctima y su rol en la justicia penal, que se invoca (en palabras de Pitch) “como la solución a todos los problemas sociales y políticos”. Asistimos, dice la autora, “a una despolitización acompañada de una criminalización de problemas, fenómenos y conflictos cada vez más extensa”.
La sobredimensión de la justicia penal como solución “universal” se da en un contexto de “garantismo hacia los poderosos”, un concepto del jurista italiano Luigi Ferrajoli que recupera Pitch en su libro. Ese garantismo consiste en que lo que los poderosos “‘arruinan' es difícilmente individualizable, por ende, culpabilizable. No es una persona, no es Elon Musk en persona el que contamina el resto del mundo. Es complicado, son crímenes que Ferrajoli llama ‘crímenes de sistema'”. Esa idea puede emparentarse con lo que Friedrich Engels llamó “crímenes sociales” en su estudio sobre clase obrera en Inglaterra a mediados del siglo XIX, cuando compara un crimen como el homicidio, fácilmente reconocible, con quitarle a
millares de seres humanos los medios de existencia indispensables, imponiéndoles otras condiciones de vida, de modo que les resulta imposible subsistir (...) es un crimen, muy parecido al cometido por un individuo, salvo que en este caso es más disimulado, más pérfido, un crimen contra el cual nadie puede defenderse, que no parece un crimen porque no se ve al asesino.
Las críticas de Pitch a la deriva punitivista no le impiden señalar los problemas de la justicia penal, por un lado, y la legitimidad de los reclamos que se le hacen, por otro.
La justicia es clasista y racista. También es sexista, pero no porque penalice más a las mujeres que a los hombres: al contrario, las mujeres son un pequeño porcentaje de la población denunciada, condenada y detenida. Es sexista porque resulta complejo reconocer y enjuiciar como delitos las ofensas y violencias perpetradas contra las mujeres, y, a menudo, la justicia se presenta como de difícil acceso para sus reclamos y reivindicaciones.
Su lectura crítica tampoco invalida las luchas feministas por hacer reconocibles como crímenes los abusos que sufren las mujeres, considerados privados hasta hace algunas décadas. Sí alerta sobre las consecuencias de los discursos que confluyen por múltiples vías en la “retórica punitiva dominante”. No es la única. Desde un punto de vista diferente, Sarah Schulman –activista y autora de El conflicto no es abuso. Contra la sobredimensión del daño– pondera en sus reflexiones sobre el punitivismo el giro “estatal” de sectores del feminismo, que le dieron a la Policía (fuente indiscutida de violencia) autoridad de intermediaria en conflictos relacionados con la violencia machista cuando –explica Schulman– pasó de la búsqueda de la transformación de la condiciones sociales a la cooperación con el Estado.
Los problemas abordados en El malentendido de la víctima no son exclusivos del movimiento feminista, sin embargo, Pitch acierta en señalar lo paradigmático de las formas que adquieren algunos discursos o tendencias en ese movimiento alrededor de la lucha contra la violencia patriarcal en todas sus formas. Y suma al debate un aspecto esencial a veces soslayado o atenuado: el contexto histórico, social y político en el que surgen y se consolidan esos discursos y las complejidades que los atraviesan. Uno de los primeros problemas que advierte es la simplificación, el llamado constante a centrarse en una sola cuestión (en este caso el género) cuando cuestiones tan profundas como la opresión patriarcal implican imbricaciones diversas en las sociedades capitalistas. La feminista negra Angela Davis lo explicó mejor:
¿Por qué no puede ser más sencillo? Si nos centrásemos únicamente en el género las cosas serían muchísimo más fáciles. Pero claro está, es ese ansia de simplicidad la que ha vuelto al feminismo responsable de sus falsas verdades universales (“Diálogos complicados”, Una historia de la conciencia. Ensayos escogidos).
Un planteo interesante, en consonancia con otras elaboraciones como La opción por la guerra civil (Tinta Limón), es el de incluir la “predilección por la respuesta centrada en el castigo” en el propio conservadurismo del régimen neoliberal (y no como una contradicción con sus promesas democráticas, cada vez más magras). Pitch señala que
la congruencia entre la racionalidad neoliberal y cierto feminismo puede verse no solo en la prevalencia de las políticas identitarias sobre las políticas contra las desigualdades, sino, precisamente, en el apoyo de facto, sin importar cuán intencional sea, al lado punitivo y securitario del neoliberalismo, así como a sus lados moralizante y conservador.
En ese sentido, las narrativas punitivistas se desarrollan como parte del crecimiento del discurso de la seguridad y el orden público y en sentido opuesto al espíritu de los movimientos que luchan por la emancipación y la conquista por derechos. Pitch habla de un entramado punitivo que se sostiene paradójicamente en reclamos que surgen de las luchas contra la discriminación o la opresión pero terminan asumiendo lo que llama “la condición de ‘víctimas'” y compartiendo la “‘retórica punitiva dominante' que necesita, ineludiblemente, victimarios”.
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Individualización y conflicto
Uno de los capítulos del libro está dedicado a explicar el avance de la individualización de los conflictos sociales. Uno de los elementos que destaca la autora es el dominio de nuevos términos en el discurso público. Palabras como “víctima” tienden a reemplazar a oprimido u oprimida y, dice Pitch, “en el plano cultural, este giro produce la reintroducción de los actores en un escenario hasta entonces caracterizado sobre todo por la atribución de problemas, injusticias y cuestiones como esas a la ‘estructura' de la sociedad, al ‘sistema'”.
También existe una reducción y un “aplanamiento” de problemas y conflictos sociales en el uso de la palabra “violencia” como reemplazo de otras como discriminación, desigualdad o dominación, algo que provoca que pierda el sentido y “reduce el fenómeno, el problema, la situación a la que se aplica a una única dimensión, que es la dimensión penal”. De ese desplazamiento se desprenden otras cuestiones, como la invocación de la justicia penal para resolver todo tipo de conflictos o la acción gubernamental en nombre de las “víctimas”, puestas en el centro de la justificación de políticas securitarias y criminalizadoras. Pitch señala que este cambio implica una “privatización y moralización del discurso público” y una renuncia a “proyectos de reforma social y/o de rehabilitación personal, por considerarlos inútiles y costosos -de hecho, contraproducentes, porque quitan responsabilidad y son ‘laxos'- y la adopción de una perspectiva que combina el utilitarismo ‘neoliberal' con el discurso moralizante neo-conservador”. Este cambio funciona en el contexto de la sociedad “plana”, en la que los conflictos son simplificados o reducidos al bien contra el mal, víctimas y culpables/victimarios.
Vale aclarar que Pitch toma como punto de partida el Estado de bienestar en los países avanzados para reflexionar sobre los avances de las narrativas punitivistas asentadas en el neoliberalismo. Las comparaciones y cambios en las políticas relacionadas con el crimen, el despojo de las características sociales del término seguridad (que incluía varias complejidades intrínsecas a las sociedades capitalistas) y sus conclusiones no invalidan el hecho de que ya existían críticas al Estado de bienestar, a los prejuicios y estereotipos que reproducía en su seno. Gran parte de las críticas de las feministas negras o de las feministas socialistas surgen justamente de los “universales” construidos durante esas décadas de bienestar y sobre los cuales se consolidaron las corrientes hegemónicas que resultarán indispensables en el giro neoliberal (neutralizadas o cooptadas directamente como las “femócratas” o las feministas neoliberales). La autora considera estas corrientes cuando se refiere a la relación entre el neoliberalismo y una parte del feminismo que adopta el discurso punitivo (aunque esa relación viene sufriendo diferentes metamorfosis hace algunas décadas, como surge de la conversación con Lucía Sbriller, María Eugenia Zampicchiatti e Ileana Arduino en las primeras páginas del libro acerca del término “neoliberalismo progresista” de la filósofa Nancy Fraser).
La voz propia
Uno de los elementos más interesantes de la crítica al paradigma victimista va más allá de los debates en el movimiento feminista. Aparece en el planteo de que asumir el estatus de víctima representa una vía para obtener una voz legítima en sociedades que criminalizan los conflictos e intentan borrar las marcas estructurales que las atraviesan (reduciendo todo a conflictos de individuos con otros individuos). Asumirse como víctima permite, dice Pitch, asociarse con otras personas o grupos que
a partir de este estatus, piden reconocimiento político y social. El estatus de víctima remite a la lógica y al lenguaje del derecho penal: una se define a sí misma como víctima o es definida como víctima sobre la base de algún mal o daño sufrido (y, luego, potencialmente por sufrir) por actores individualizados o individualizables a quienes se les imputa la responsabilidad exclusiva por daños y perjuicios.
Y como parte de este planteo subraya la diferencia con oprimido u oprimida “que remite, en realidad, a una situación compleja que involucra toda la biografía del individuo y lo asocia con otros individuos en la misma situación, por así decirlo, estructural”. La organización colectiva de personas asociadas por condiciones estructurales (explotación, racismo, discriminación) tiende a ser reemplazada por la asociación en base a una identidad definida en base a un daño perpetrado (o potencial) por individuos. Pitch sostiene que “la asunción del estatus de víctima es un modo óptimo, que hace fácil el reconocerse como sujeto político” (otra vez) en un contexto que desprecia o degrada identidades o construcciones colectivas. La idea de reconocerse como un sujeto en base a males o daños sufridos por “actores individualizados o individualizables” permite desarrollar esa conciencia en sintonía con un mundo “dispuesto horizontalmente, ya no en cuestiones complejas como la explotación o la opresión, sino en la violencia ejercida de una sola parte, los malos, contra los otros, los inocentes”.
La autora elige dos temas candentes en el movimiento feminista para ejemplificar las consecuencias de las narrativas punitivas: la maternidad subrogada (mercantilización de la gestación y el parto) el debate prostitución y trabajo sexual. Aunque el análisis se centra en las políticas criminalizadoras impulsadas por el gobierno de derecha de Giorgia Meloni plantea varias preguntas sugerentes sobre las formas de abordar nuevas y diversas formas de explotación y mercantilización y mercería un artículo aparte.
Volviendo a la idea de Angela Davis, el trabajo de Tamar Pitch invita a escaparnos de la simplificación. Cuando los poderosos proponen conflictos planos y sencillos (el bien contra el mal, víctimas y culpables), abordar las complejidades de las relaciones sociales y profundizar los debates potencia las luchas emancipatorias.
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Milei no va más: el 8M marchamos contra la estafa de este gobierno, el ajuste y sus cómplices
28 de febrero, por Pan y Rosas — Géneros y Sexualidades, Día Internacional de las Mujeres, Marcha , #ParoInternacionalDeMujeres, #8M, Javier Milei, Feminismos, Géneros y Sexualidades, Día Internacional de las Mujeres, Marcha , #ParoInternacionalDeMujeres, #8M, Javier Milei, FeminismosEl gobierno de Milei está atravesando la crisis más importante desde que asumió. Necesitamos una multitudinaria movilización el Día Internacional de las Mujeres, que no le permita zafar al gobierno estafador que quedó al desnudo. Te invitamos a marchar con Myriam Bregman y Pan y Rosas en CABA y todo el país para darle fuerza a la resistencia que está en curso y alentar la lucha en las calles, que es el único idioma que conocen los fachos, los empresarios, las Iglesias y todos los gobiernos.
La estafa de la cripto $LIBRA, le abrió al gobierno la crisis más importante en lo que va de su mandato, mientras la bronca por abajo crece. Mientras tanto, miles de activistas nos reunimos en asambleas en el Parque Lezama y en todo el paìs, para preparar las manifestaciones del 8M. En Buenos Aires, no solo estuvimos los feminismos y la diversidad sexual; también participaron trabajadoras y trabajadores en lucha contra los despidos del hospital Laura Bonaparte y el hospital Posadas, de los sitios de memoria, de la multinacional Shell y nuestras queridas jubiladas que, cada miércoles, resisten la represión descomunal de Patricia Bullrich en la ronda del Congreso. Algo similar se repitió en las asambleas de todo el país.
Este 8M, tenemos que hacer que cada una de nuestras batallas resuene en todos los territorios, exigiendo a las centrales sindicales que rompan la tregua y convoquen a un paro nacional y un plan de lucha, desarrollando la más amplia coordinación de todos los sectores que hoy estamos peleando y que incluya todos nuestros reclamos.
Milei acaba de darse un tiro en el pie, con lo de la criptoestafa. Porque después de atacar a las universidades, a las mujeres, a la diversidad sexual, a las trabajadoras y trabajadores de la Salud, la Educación, a las jubiladas y jubilados, a las personas con discapacidades, a los brigadistas que combaten los incendios, a los comedores populares y a todos los que reclaman por sus derechos, ahora atentó contra su propia credibilidad y perdió la confianza de grandes sectores de la población que hasta ayer creían en él. Por "mérito propio", el gobierno se desenmascaró como lo que es verdaderamente. Lo que quedó más claro es que aquello de que venía a ajustar a "la casta" es la estafa más grande de este gobierno. Con los métodos y el apoyo de la casta, en solo un año de gobierno, descargó un brutal ajuste y ataques antidemocráticos contra la mayoría del pueblo trabajador, donde las mujeres recibimos los golpes más duros.
Sin embargo, en plena crisis, impone un juez en la Corte Suprema por decreto, amaga con privatizar el Banco Nación y otras empresas estatales, le quita los derechos de autor al sector de las artes y la cultura y sigue prepoteando en las redes sociales contra quienes lo denuncian o lo cuestionan. ¿Por qué puede seguir mostrándose más fuerte de lo que es?
En primer lugar, porque aunque parezca lo contrario, Milei no gobierna solo. Ya vimos el año pasado, no solo el apoyo incondicional del PRO de Mauricio Macri, sino también a los radicales "con peluca", que le salvaron las papas ante cada ley reaccionaria que solicitaba que fuera aprobada en el Congreso. En diciembre, estalló el escándalo Kueider, cuando al senador que había hecho la diferencia para aprobar la Ley Bases, se lo encontró cruzando la frontera a Paraguay con bolsos de dólares no declarados. ¿Casualidad? No lo creemos, el viejo método de la casta de conseguir votos mediante la corrupción también es utilizado por el gobierno de La Libertad Avanza.
Y más recientemente, en el Senado, no solo no aprobaron ni siquiera la creación de una comisión investigadora del criptoescándalo, sino que además le votaron por unanimidad el paquete ultrarreaccionario de las leyes represivas que quiere Patricia Bullrich, además de aprobar su reforma electoral con la que el gobierno pretende conseguir más diputados y senadores, para fortalecer sus exiguas bancadas de minoría. Demás está aclarar que los votos de Unión por la Patria fueron decisivos para darle al gobierno, en medio de su mayor crisis, los triunfos políticos que tanto necesita para tapar su debacle y atravesar el temporal.
Este respiro no significa, sin embargo, que la crisis se haya superado. Pero no podemos esperar que sea la oposición "con peluca", ni el peronismo en el Congreso quienes derroten a este gobierno, con medidas parlamentarias o judiciales. ¡Lo único decisivo es nuestra acción!
Este gobierno y todo el plan de la patronal y el FMI no van más. Peleamos para que todo el pueblo trabajador, con las mujeres a la cabeza, intervenga en esta situación, con independencia de las distintas variantes políticas opositoras que hoy le hacen el aguante al gobierno. Tenemos que desatar una gran lucha que aproveche la debilidad de Milei para ir por nuestras propias reivindicaciones, terminar con este gobierno de coimeros y estafadores, derrotar el ajuste patronal y cambiar el rumbo del país.
Hay que derrotar a la derecha y también superar a quienes, en medio de esta crisis le dan una tregua al gobierno hambreador y represor, mientras se lanzan a campañas electorales adelantadas. Ya nos volverán a decir que son "el menos peor", repitiendo como en loop, lo que fracasó y nos trajo hasta acá, para que Milei nos cortara en pedazos con su motosierra. No hay salida favorable para las mujeres, la diversidad sexual y todo el pueblo trabajador si no imponemos un cambio de rumbo radical al que imponen los gobiernos capitalistas y las grandes patronales, con un gobierno de la clase trabajadora.
Para luchar por esa perspectiva es necesario empezar por construir hoy una fuerza política de la resistencia que ya está en las calles, contra todas las otras fuerzas políticas que defienden este régimen al servicio de las grandes patronales y directamente colaboran con el gobierno de Milei o, como mínimo, se niegan a derrotarlo.
Los feminismos, la diversidad sexual no somos minorías. ¡Somos parte de la mayoritaria clase trabajadora! ¡Su parte más explotada, precarizada y oprimida! Supimos gritar "Ni una menos", convertirnos en marea verde para conquistar nuestro derecho al aborto. Supimos decirle "Basta" a los discursos de odio convertidos en ideología de Estado, el pasado 1F. Somos quienes estamos al frente, con enorme coraje y enfrentando la represión, en cada reclamo por vivienda, trabajo, contra los despidos y el hambre, en la defensa del ambiente y contra la criminalización de la protesta, por la Salud, la Educación y el derecho a una vida que merezca ser vivida.
Que la resistencia cobre más fuerza es una gran tarea que asumimos en nuestros hombros y el 8M tenemos la oportunidad de mostrarlo en las calles de todo el país. Sumáte a las columnas del feminismo socialista que marcharán en todo el país, para fortalecer esta perspectiva: la de quienes no pedimos, ¡exigimos! nuestro derecho al Pan y también a las Rosas.
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Obispo de San Rafael denunciado por abuso sexual: ¿Qué dijo la Iglesia?
27 de febrero, por Mendoza — Géneros y Sexualidades, Sociedad, Mendoza, Iglesia Católica, Jorge Bergoglio, Abusos sexuales, San Rafael, Obispos, Julio César Grassi, Instituto Antonio Provolo, Mendoza, Géneros y Sexualidades, Sociedad, Mendoza, Iglesia Católica, Jorge Bergoglio, Abusos sexuales, San Rafael, Obispos, Julio César Grassi, Instituto Antonio Provolo, MendozaLa renuncia de Carlos María Domínguez y la respuesta de la Iglesia. Consultamos con Carlos Lombardi sobre mecanismos de encubrimiento ante denuncias.
Carlos María Domínguez, obispo de la diócesis de San Rafael en Mendoza, debió renunciar a su cargo tras ser denunciado por "acciones indebidas”. La noticia plantea interrogantes y cuestionamientos sobre el accionar de la Iglesia Católica ante acusaciones de abuso sexual.
Para analizar este escenario, consultamos a Carlos Lombardi, profesor de Derecho Constitucional, especialista en Derecho Canónico y asesor de la Red de Sobrevivientes de Abuso Sexual Eclesiástico, quien ofrece una mirada crítica sobre el rol de la Iglesia en estos casos.
Detalles de las Denuncias contra Domínguez
Según el comunicado del Obispado de San Rafael, la denuncia fue realizada por personas adultas, aunque la prensa estableció que se trataría de acusaciones de abusos sexuales contra, al menos, tres hombres jóvenes de entre 18 y 20 años. Los hechos habrían comenzado con invitaciones a jóvenes de la parroquia durante las celebraciones religiosas. Con el tiempo, el obispo habría intensificado el contacto, invitándolos a diversas actividades y encuentros personales.
En la denuncia se describen "propuestas inapropiadas para realizar gestos físicos bajo el argumento de fortalecer la confianza, incluyendo tocamientos de carácter íntimo". También "juegos de acumulación de puntos que derivaban en supuestos castigos físicos, en donde el obispo tomaba los testículos de los jóvenes”, justificados como formas de generar confianza y prometer fe religiosa.
La renuncia de Domínguez y la respuesta la Iglesia
En su carta de renuncia, Domínguez aludió a "cuestiones de índole personal" y pidió "perdón por lo que hice mal, por lo que no hice y por lo que no supe hacer", sin mencionar explícitamente las denuncias. José Antonio Álvarez, vocero del Obispado de San Rafael, entrevistado por MDZ Radio señaló que el comunicado fue breve para proteger a las víctimas y que la mención de "conductas indebidas" era una forma de suavizar la situación.
Álvarez explicó que, tras la denuncia, el papa Bergoglio aceptó la renuncia de Domínguez, siguiendo los protocolos establecidos. En ellos se establece que un especialista en Derecho Canónico es designado para instruir la causa y verificar la veracidad de las denuncias. Según Álvarez, en primer lugar creen a la víctima y corroboran las declaraciones. Una vez presentada la instrucción en el Tribunal Especial en Roma, éste informa al Papa, quien ordena que se exija la renuncia al obispo. Si el obispo se negara a renunciar, sería destituido. Todo el proceso se desarrolla dentro de la misma institución cuestionada.
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Consultado Lombardi criticó los protocolos de actuación implementados por la Iglesia a partir de las directrices del Papa Francisco. Estos protocolos dicen establecer líneas guías para la investigación de casos de abuso. Lombardi advierte "El peligro que tienen esas guías de actuación es justamente la manipulación a la que son sometidos los denunciantes por lo general católicos de buena fe".
Lombardi señala que, en estos procedimientos, "no se respeta la garantía del debido proceso ni defensa en juicio". Las víctimas, por lo general, no tienen derecho a elegir su propio abogado ni a acceder a información relevante sobre el caso: "En esos procedimientos, en esos protocolos no se respeta la garantía del debido proceso, ni defensa en juicio. Están plagados de irregularidades que, por supuesto, están más a favor de blindar la institución que del derecho internacional, de los derechos humanos y los derechos de las víctimas".
Nos encontramos así con “mensajes publicitarios de puertas para fuera, mientras de puerta para dentro se siguen vulnerando los derechos de las víctimas y, por supuesto, se siguen cometiendo delitos” en palabras de Lombardi.
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Accionar de la Iglesia Católica ante Denuncias: ¿Rapidez o Encubrimiento?
La Conferencia Episcopal Argentina (CEA) destacó la rapidez con la que la Iglesia actuó en este caso, señalando que la denuncia fue realizada a principios de febrero y el obispo ya fue removido y reemplazado. Sin embargo, persisten dudas sobre la orientación de los protocolos y la transparencia en el accionar de la Iglesia, teniendo en cuenta su historial en casos de abuso sexual y encubrimiento a los abusadores.
Es importante recordar el caso del Instituto Antonio Próvolo en Mendoza, donde el obispo designado por el Vaticano para investigar los abusos fue acusado de encubrimiento. Este caso, junto con otros como el de Julio César Grassi, demuestran la doble vara de la Iglesia, que protege a los curas abusadores mientras condena a quienes desafían su doctrina en temas de género y sexualidad.
Para Lombardi, las víctimas de abuso eclesiástico se enfrentan a numerosos obstáculos dentro de la institución. "Las víctimas se enfrentan a una serie de obstáculos que tienen que ver primero con [...] la manipulación a la que son sometidos dentro de la institución eclesiástica que finge estar a favor de las víctimas [...] pero en realidad [...] todo el sistema está preparado para encubrir los curas, para blindar la institución y en contra de las víctimas".
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El Proceso Canónico y la Justicia Civil
Álvarez aclaró que, si bien la Iglesia inició una investigación interna, se trata de un delito de instancia privada y que la justicia canónica no está obligada a hablar con el fuero civil a menos que la víctima presente una denuncia en este ámbito. En caso de que la denuncia se presente en ambos fueros, se produce una "mutua recepción" de las investigaciones y declaraciones.
En el Proceso Canónico, la persona denunciante “No va a poder elegir su propio abogado, sino que la iglesia le va a imponer un abogado autorizado por el propio obispo”. Del mismo modo “solamente va a tener la posibilidad de presentar una denuncia, nada más, no se va a enterar qué declararon sus propios testigos, qué declararon los testigos del cura. Si hubo pericia, ¿qué resultado de las pericias? No va a tener derecho a la información” indica Lombardi. Un mecanismo aceitado de encubrimiento institucional.
En referencia a la “mutua recepción” entre el Proceso Canónico y la Justicia Civil, Lombardi afirma que existe sólo en teoría. “En las declaraciones públicas de la iglesia, sobre todo del Papa Francisco y de algunos obispos declaman públicamente con bombos y platillos que ellos se ponen a disposición de la justicia”.
Por ejemplo, en la denuncia de abuso en el monasterio Cristo Orante “el tribunal ha solicitado información y documentación, pero no la envían y se amparan en el Concordato del año 1966 que firmó la dictadura de Onganía, y la Corte Suprema de Justicia de la Nación reconoce nuevamente en un fallo dictado en el año 2023”. Por esa razón “con cuenta gotas o prácticamente nada envían, cada vez que la justicia estatal le solicita, información o documentación”.
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ChatPTS: ¿quién fue la luchadora feminista Julieta Lanteri?
25 de febrero, por Efemérides — Géneros y Sexualidades, Julieta Lanteri, Géneros y Sexualidades, Julieta LanteriSe cumple un nuevo aniversario de la muerte de esta pionera por los derechos de las mujeres en Argentina y América Latina. Le preguntamos a ChatPTS sobre su biografía.
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Julieta Lanteri fue una pionera en la lucha por los derechos de las mujeres en Argentina y América Latina. Nació el 22 de marzo de 1873 en Briga Marittima, Italia, y llegó a Buenos Aires con su familia cuando tenía seis años. Desde joven, Lanteri se destacó por su determinación y compromiso con la igualdad de género, en un contexto donde el Código Civil consideraba a las mujeres como "incapaces" o "menores", sin derechos civiles y bajo la tutela del padre o del marido.
A pesar de los obstáculos, Lanteri logró ingresar y graduarse de la Facultad de Medicina, convirtiéndose en la sexta médica del país y la primera inmigrante en hacerlo. Fue una de las fundadoras del Centro Feminista junto a Alicia Moreau y participó activamente en organizaciones como la Asociación Universitarias Argentinas y la Liga pro Derechos de las Mujeres.
En 1910, Lanteri fue secretaria general del Congreso Femenino Internacional, donde se discutieron y votaron demandas clave como la igualdad de derechos, la educación laica y mixta, la igualdad salarial, los derechos laborales para las trabajadoras, el derecho al divorcio y al voto. Su participación en este congreso reflejó su compromiso con una agenda feminista e internacionalista.
Julieta Lanteri fue la primera mujer en votar en Argentina y América Latina, en las elecciones del 26 de noviembre de 1911, gracias a un vacío legal que aprovechó para empadronarse. Sin embargo, su lucha no se limitó al sufragio; también abogó por los derechos laborales de las mujeres, denunciando las condiciones inhumanas de las obreras y luchando contra la explotación sexual.
En 1919, se postuló como diputada nacional por el Partido Feminista Nacional, obteniendo 1.730 votos, todos de hombres, ya que las mujeres aún no podían votar. Su candidatura fue un acto de desafío al régimen político que excluía a la mitad de la población.
Lanteri nunca abandonó su militancia política, a pesar de las multas y la persecución que enfrentó. En 1932, murió en circunstancias sospechosas, atropellada por un auto conducido por un militante de la Liga Patriótica, una agrupación de ultraderecha. Sus amigas y compañeras denunciaron su muerte como un asesinato .
Julieta Lanteri dejó un legado imborrable en la lucha por los derechos de las mujeres, con frases célebres como "La mujer debe luchar para conseguir la realización de sus derechos. Nadie nos regalará nada", que resuenan hasta hoy en las luchas feministas contemporáneas.
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