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Marcha del 1F en Tucumán: la pelea sigue en las calles
9 de febrero — Géneros y Sexualidades, Tucumán, LGTBI, Crímenes de odio, Géneros y Sexualidades, Tucumán, LGTBI, Crímenes de odioEl pasado 1° de febrero en Tucumán, al igual que en el resto del país, las calles se llenaron de colores, banderas, carteles y expresiones artísticas en protesta contra los dichos misóginos y homofóbicos de Javier Milei en Davos.
La movilización se llevó adelante a las 18hs en las calles del centro tucumano, donde no solo confluyeron activistas del movimiento de mujeres y el movimiento LGBTIQ+, sino que también se sumaron otros sectores que vienen siendo blanco de ataques de las políticas de ajuste del gobierno provincial y nacional, como lxs estudiantes, trabajadores y jubiladxs.
Diferentes medios de comunicación dan cuenta del número aproximado de personas que se sumaron a la convocatoria, estimando unas cinco mil o seis mil. Independientemente del número, la realidad es que lo se expresó en aquellas 7 cuadras que dividen a la Plaza Urquiza y la Plaza Independencia, es la bronca y organización de todos aquellos sectores que quieren ponerle un freno a los ataques del gobierno.
Una de las grandes columnas destacadas de la marcha fue la de la agrupación feminista socialista Pan y Rosas, del PTS en el Frente de Izquierda - Unidad, que congregó a cientas de mujeres, sectores de la diversidad y sectores de trabajadores bajo sus consignas que peleaban por la unidad de las luchas de todos los sectores atacados por el gobierno. Desde la misma organización, que tiene un alcance internacional además de nacional, se están llevando adelante charlas, debates, asambleas en todo el país para discutir de qué manera continuar con la pelea pasada esta movilización.
¿Hacia dónde avanza la libertad?
Como ya es de público conocimiento, hace unas semanas, el presidente Javier Milei se encontraba en el foro internacional de economía en Davos, donde eligió no hablar de sus supuestos “logros” económicos. En cambio, decidió que era un momento perfecto para hablar del fantasma del “wokismo” y la “ideología de género”, en el marco de la “batalla cultural” contra la izquierda y el progresismo. No contento con eso, estuvo más de veinte minutos despotricando contra conquistas históricas del movimiento feminista y de la diversidad, como la figura del “femicidio” en el Código Penal, el cupo laboral travesti-trans, entre otras. A esto se suma el habernos comparado a lxs homosexuales con pedófilos. Cabe destacar que, para cada una de estas declaraciones, Milei aseguró contar con “datos” que lo respaldan.
Pero, ¿cuáles son realmente los datos que acompañan el discurso de nuestro presidente? El dato de que en 2024 se cometieron 255 femicidios y que, en lo que va de 2025, se registra un femicidio cada 26 horas. El dato de que, antes de la legalización del aborto, en Argentina más de 3.000 mujeres murieron en abortos clandestinos. El dato de que las personas trans tienen un promedio de vida de entre 35 y 40 años debido a la marginalidad que enfrentan al no poder acceder a un trabajo formal. El dato de que el 89% de los casos de abuso sexual infantil son cometidos por varones heterosexuales en contextos familiares o cercanos.
Es evidente que a Javier Milei los datos no le interesan en lo más mínimo. Su objetivo no es analizar la realidad, sino construir un enemigo (las mujeres y la comunidad LGTBIQ+) y alimentar una supuesta batalla cultural que lo distraiga del fracaso de su plan económico de ajuste. Porque tal vez, subirse al Foro de Davos y admitir que, en el primer año de su gobierno, la pobreza aumentó un 11%, que la derogación de la Ley de Alquileres disparó los precios en un 213% o que las universidades públicas enfrentan un desfinanciamiento histórico no resultaba tan atractivo.
Para mala suerte del gobierno y su gabinete compuesto por gente igual de reaccionaria y anti-derechos como el presidente, el tiro les terminó saliendo por la culata. Internet se llenó de críticas y posteos en contra de los dichos del presidente, ola a la cual se sumaron muchos “influencers” incluso. La culminación de esa mezcla de bronca, rechazo y euforia llegó con la convocatoria a la ya conocida asamblea en Parque Lezama, a la cual asistieron más de cuatro mil personas y pusieron fecha para una marcha: el 1ro de febrero.
Es así como en diferentes puntos del país se comenzó a extender rápidamente la convocatoria y las ganas de organizarse. Aquí en Tucumán, por ejemplo, unos días antes de la marcha se llevó adelante una asamblea en Plaza Independencia donde se decidió replicar provincialmente la movilización convocada desde Buenos Aires.
La resistencia se construye desde abajo y en las calles
La movilización llenó las calles tucumanas de música, perfos artísticas y consignas en contra del gobierno. No se marchó solamente en contra de los discursos de odio, sino que también contra el ajuste y la precarización a la que somete el gobierno a la clase trabajadora y los sectores populares. Así también, se exigió justicia por los crímenes de odio, el cumplimiento de la ley de VIH y la ley de ESI, la correcta implementación del cupo laboral travesti-trans, entre otras demandas. En efecto, fue una marcha donde se expresó una parte de la resistencia.
Hablamos de “parte de la resistencia” porque, evidentemente, el sábado pasado faltó algo que hubiera sido clave para mostrar efectivamente el alcance de la lucha y la organización contra este gobierno: el sindicalismo conducido por el peronismo como la CGT. Para sorpresa de nadie a esta altura del partido, la principal central sindical del país decidió nuevamente seguir durmiendo la siesta. Con poca claridad desde un inicio en sus declaraciones, la CGT decidió adherir a la movilización, pero permitiendo que cada gremio eligiera su modo de participación. Se ve que su orientación colaboracionista sigue en pie. Sobre el plan de lucha y el paro general, se escuchan solamente grillos.
Podemos afirmar que la pasada marcha fue un claro mensaje político para el gobierno expresado por el movimiento de mujeres y la diversidad, pero también por lxs propixs trabajadores de nuestro país. La importancia de expresar dicho mensaje radicó principalmente en el hecho de que esos dichos fueron pronunciados no por un troll libertario más de twitter, sino por el propio presidente, lo cual avala que los discursos de odio se transformen potencialmente en actos de violencia. A su vez, la impotencia del gobierno hacia la situación podemos verla claramente desde el minuto uno en que pronunció su discurso en Davos. Impotencia que se replicó luego en sus tuits y en la última entrevista que realizó para La Nación+ donde nuevamente arremetió contra la comunidad LGBTIQ+.
Además de eso, podemos ver a la movilización como un puntapié para pensar cuáles son los posibles caminos a seguir. Lo que es claro y cierto es la necesidad de organizarse y pelear en unidad con todos los sectores que estén en lucha. Esa unidad es la que desde el Partido de los Trabajadores Socialistas buscamos construir, no así la “unidad” puramente electoral que proponen dirigentes del peronismo como Grabois que ya sabemos de sobra que sirven solamente para pavimentar el camino a nuevos fenómenos de derecha.
A la vez que es necesario pelear por la unidad de todos los sectores en lucha, es esencial continuar exigiendo a las centrales sindicales como la CGT y la CTA que dejen de dormir la siesta y convoquen a un paro general con un plan de lucha consecuente que culmine en una huelga general. Solo así podremos derrotar todos los planes de este gobierno reaccionario.
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Milei antigénero: ideología liberticida en nombre de la Libertad
9 de febrero, por Ideas de Izquierda — Géneros y Sexualidades, LGTBIQ+, Edición Estado Español, Argentina, Homofobia, Davos , Edición Uruguay, Edición Venezuela, Javier Milei, Feminismos, Contrapunto 163 - 09/02/2025, Géneros y Sexualidades, LGTBIQ+, Edición Estado Español, Argentina, Homofobia, Davos , Edición Uruguay, Edición Venezuela, Javier Milei, Feminismos, Contrapunto 163 - 09/02/2025El discurso del presidente argentino en el Foro de Davos ya ha sido hiper analizado. Vitoreado por sus acólitos, Javier Milei tomó por sorpresa a la oposición-amiga que esperaba un autoelogio por los efímeros efectos de la baja inflacionaria, y no improperios homofóbicos que rebasaron el límite de su tolerancia republicana, en año electoral. Desde el peronismo, hubo quienes lo tildaron de “cortina de humo”: dijeron que habló de “cualquier cosa”, para distraer, a votantes nacionales y públicos extranjeros, de las malas perspectivas para la economía. A la izquierda de estas lecturas, hubo otras que insistimos en que estos discursos antigénero son la reacción al masivo fenómeno de los feminismos de la última década. También, sobre la estrecha relación que existe, aparentemente paradójica, entre tal ideología profundamente conservadora y la innovadora ofensiva ultraliberal recargada, en formato anarcocapitalista.
En una entrevista para The Review of Democracy [1], Judith Butler reflexiona sobre las nuevas derechas y señala, entre otras cuestiones, que estos movimientos son “inadvertidamente confesionales”, es decir que, en sus acusaciones contra la “ideología de género”, los feminismos o la población lgtbiq+, se encuentran pistas de aquello que ellos mismos se proponen [2]. Pone como ejemplo el clásico discurso que también oímos en boca de Milei y su círculo de pseudointelectuales, de que la “ideología de género” atenta contra los derechos individuales. Y, mientras siembran el pánico moral contra las feministas y la diversidad sexual con este discurso amenazante, avanzan precisamente en el recorte de derechos.
Estas nuevas derechas son un compilado de estas confesiones-contradicciones expuestas a cielo abierto: para preservar a las infancias de abusadores, pederastas y degenerados, prohíben la educación sexual integral; para garantizar la igualdad de derechos de las mujeres con los varones, limitan o directamente vacían y eliminan las políticas públicas destinadas a prevenir, erradicar y penalizar las distintas formas de violencia machista; en su cruzada contra la casta política que envileció la democracia, fortalecen sus aspectos e instituciones más autoritarios; contra el supuesto adoctrinamiento woke, propagan una manipulación feroz de la información, los discursos y las ideas mediante fake news, campañas de odio, el trolleo y acoso en redes sociales; en nombre de la Libertad, atacan las libertades. Como señalan las compiladoras de La reacción patriarcal,
… el rechazo al ‘género' –un concepto teórico-crítico feminista para analizar las relaciones de poder, pero que para el ecosistema reaccionario adquiere una dimensión espectral y maléfica– se declina en un lenguaje pseudodemocrático, que utiliza la libertad, la igualdad y la no discriminación como armas arrojadizas contra quienes históricamente les dieron significado, especialmente contra el feminismo, los movimientos de la diversidad sexo-genérica y sus aliados ‘progresistas' [3].
El caos semántico es tal, que las argumentaciones lógicas carecen de efectos y los debates se tornan imposibles [4].
En el origen fue la Iglesia
Vale la pena rastrear, como lo hace la feminista brasileña Sonia Corréa, el inicio de la cruzada contra la “ideología de género”, que se puede situar en 1995, cuando el Vaticano y Paraguay fueron los únicos dos Estados que presentaron reservas sobre el concepto extensamente utilizado en un documento preparatorio de la IVº Conferencia Mundial de la Mujer organizada por las Naciones Unidas en Beijing. Después de aquella primera advertencia, Dale O'Leary, periodista de la Asociación Médica Católica de Estados Unidos, publica La agenda de género: redefiniendo la igualdad, donde abona la idea conspirativa de que los feminismos –especialmente los latinoamericanos–, asociados al neo-marxismo (o marxismo cultural) pretenden abolir la naturaleza humana. [5]
No fue la única en sostener esta pseudoteoría paranoica. Hacia principios del siglo XXI, ya se había desarrollado una vasta producción teológica sobre la “ideología de género”, de cristianos católicos y evangélicos y también algunos sectores del judaísmo, en el que intervinieron hasta los papas Ratzinger y Bergoglio.
Los instituciones religiosas tienen un papel fundamental, aún actualmente, en la propagación de los discursos antigénero, antifeminismo, antiderechos. Esto incluye no solo a las jerarquías eclesiásticas, sino también a organizaciones laicas, universidades, medios de comunicación y asociaciones internacionales confesionales que establecen redes y lanzan campañas, como fue hace unos años la de #ConMisHijosNo. Solo por mencionar a la Iglesia católica, sabemos que cuenta con organizaciones que militan activamente las campañas contra la legalización del aborto y persiguen a quienes deciden abortar en aquellos países donde existe el derecho, entre otras. En Argentina, la Iglesia ejerce un fuerte poder sobre los funcionarios políticos, para impedir que se dicte educación sexual integral en las escuelas, tal como lo obliga la ley, mientras los escándalos por los casos de pederastia no le envidian ni repugnancia ni impunidad a los de los sacerdotes de otros países. Por otra parte, las iglesias cristianas evangélicas crecieron en influencia durante las últimas décadas en toda la región, con vínculos con la derecha republicana norteamericana e ingentes recursos económicos para apoyar candidatos en campañas electorales.
Eternos predicadores de la sumisión de las mujeres al varón, enemigos del placer y del deseo, las iglesias penetran en el Estado, especialmente en momentos de crisis, para garantizar la distribución de la asistencia, denunciar los índices de pobreza y, sobre todo, evitar los estallidos sociales. Mientras, en tiempos de paz social, siembran su cizaña antiderechos. Por eso, ahí donde el candidato Milei vio a Satán usurpando el trono de Roma, por Francisco el humilde papa que se preocupa por los pobres, Milei presidente se encontró con un jefe de Estado afable e inteligente que, como sabemos, fue un opositor acérrimo a la ley de matrimonio igualitario y a la legalización del aborto, cuando todavía presidía la iglesia argentina.
Ideología antigénero para la privatización de la vida
El Libro negro de la nueva izquierda, de Agustín Laje y Nicolás Márquez –actuales asesores ideológicos del gobierno de Milei–, se apoya en estas batallas culturales previas, pero aggiornado a los tiempos que corren de eclosión de los feminismos. En las primeras páginas, citan a von Mises extensamente:
Mientras el movimiento feminista se limite a igualar los derechos jurídicos de la mujer con los del hombre, a darle seguridad sobre las posibilidades legales y económicas de desenvolver sus facultades y de manifestarlas mediante actos que correspondan a sus gustos, a sus deseos y a su situación financiera, solo es una rama del gran movimiento liberal que encarna la idea de una evolución libre y tranquila. Si, al ir más allá de estas reivindicaciones, el movimiento feminista cree que debe combatir instituciones de la vida social con la esperanza de remover, por este medio, ciertas limitaciones que la naturaleza ha impuesto al destino humano, entonces ya es un hijo espiritual del socialismo. Porque es característica propia del socialismo buscar en las instituciones sociales las raíces de las condiciones dadas por la naturaleza, y por tanto sustraídas de la acción del hombre, y pretender, al reformarlas, reformar la naturaleza misma [6].
El estilo transgresor de Laje y Márquez –que no es propio, sino el producto de minuciosos estudios de mercado– acompaña, de este modo, los valores conservadores que quieren difundir: la naturaleza biológica del binarismo heterosexual, la familia tradicional como ámbito específico para la reproducción humana, el verticalismo patriarcal como forma de ordenamiento social básico, además del individualismo, el consumismo, el racismo y la supremacía masculina.
Viejas ideas para nuevos propósitos. Es que el orden capitalista ultraneoliberal, basado en la expoliación de los bienes comunes, la mercantilización extrema de la reproducción de la vida mediante la privatización de los servicios sociales y una explotación cada vez mayor y en condiciones ultraprecarias del trabajo asalariado necesita, consecuentemente, restaurar la familia como célula básica de la sociedad con su función económica de garantizar gran parte de la reproducción social de manera privada. De esta manera, el Estado capitalista se ve exento de asegurar el bienestar social o los derechos sociales y económicos de las personas.
Por eso, aunque parezca paradójico, a la innovadora ofensiva ultraliberal, la acompaña una ideología tan conservadora. De allí la hipótesis, largamente desarrollada por Verónica Gago y otres sobre la necesidad del neoliberalismo de deshacerse del progresismo, para aliarse con las fuerzas reaccionarias más conservadoras; ya que los feminismos populares, desestabilizando los valores patriarcales tradicionales, han mellado la acumulación capitalista.
Hay algunos debates al respecto. Uno es el que plantea la australiana Melinda Cooper, para quien el neoconservadurismo tiene un punto en común con el neoliberalismo llamado “progresista”. Este último, con su política conocida de ampliación de derechos, no ha hecho más que ampliar las formas de expresión sexual y de parentesco permitidas que no dejan de operar como un sustituto del Estado de Bienestar; además de considerar que la preservación de la riqueza en manos de los particulares, se consigue a través de la institución familiar [7]. De ahí que la autora considera fundamental, para la lucha anticapitalista, la confrontación con la idea de familia, normativa tradicional o diversa.
Sobrepasar los “bancos de cólera”
Lo novedoso, también, es que los discursos conservadores actuales no se apoyan en preceptos morales o doctrina religiosa, sino en el lenguaje de los derechos humanos. Señala Nuria Alabao que las ultraderechas relacionan los discursos feministas y proderechos con las élites de empresarios multimillonarios como Soros o Bill Gates, con las Naciones Unidas o las federaciones de organizaciones no gubernamentales que defienden derechos de la diversidad sexual. Mezclar confusamente elementos tan disímiles es algo bastante habitual en los discursos del presidente argentino, tal como lo hizo recientemente en el Foro Económico Mundial frente a un sorprendido auditorio de hombres acaudalados, que lejos están de ser adalides de la emancipación humana. En su cambalache reaccionario, Horacio Rodríguez Larreta o Cristina Kirchner son tan comunistas como Myriam Bregman.
Para Alabao, esta retórica permite a los ultraliberales presentarse como antielitistas, anticasta, “como defensores de la gente común que únicamente quiere sacar adelante a su familia; la gente normal oprimida por una clase dirigente liberal responsable de su falta de expectativas vitales o de su situación económica”. Mediante este artilugio, el feminismo termina fatalmente asociado con el individualismo, el ataque a las costumbres populares e incluso, a la injerencia foránea en las tradiciones nacionales más arraigadas.
Claro que hay que preguntarse por qué estos discursos inconsistentes y hasta disparatados parecieran despertar una ira contenida. Y allí hay infinidad de análisis e interpretaciones que no vienen al caso. Pero sí nos interesa subrayar aquello que dice Giuliano Da Empoli en su libro Los ingenieros del caos. El autor sostiene que, además de las causas económicas y sociales de la ira contemporánea, ésta emerge en el cruce de dos grandes tendencias: por un lado, del “debilitamiento de las organizaciones que tradicionalmente canalizan la revuelta popular, los ‘bancos de cólera' de Sloterdijk: la Iglesia y los partidos de masas” [8]. Y por otro lado, refiere a la aparición de nuevos medios diseñados para exacerbar las pasiones, como las redes sociales.
Sobre esto último hay extensa bibliografía. Pero especialmente lo primero, resulta muy sugestivo para iluminar el trasfondo de esta emergencia de discursos reaccionarios y odiantes en Argentina. Ya lo mencionaba también François Dubet, cuando señalaba que “ahora vemos una multiplicación de las luchas y las indignaciones. Evidentemente, este estallido se ve acentuado por la revolución de las tecnologías de la información y la comunicación, también por la desaparición de los filtros y las organizaciones que canalizan la acción colectiva [9].
La Iglesia y el peronismo tuvieron que hacer malabares, en la Argentina de comienzos del siglo XXI, para canalizar institucionalmente el estallido y evitar, con la colaboración de las viejas direcciones sindicales, que el proceso se ampliara y profundizara. Mucho ayudó la coyuntura de recuperación económica que en 2003-2004 acompañó los esfuerzos en este sentido del gobierno de Néstor Kirchner, con el aumento del precio de las commodities. Así y todo, les costó varios años recomponer las instituciones del régimen político, sacar a los movimientos sociales de la calle y restaurar el orden.
La masiva marcha del 1F, autoconvocada, que se autodenominó “antifascista y antirracista”, fue la primera respuesta que les agraviades por los discursos de odio, la discriminación y los atropellos del poder le dieron a la ultraderecha conservadora. Sin la convocatoria de la oposición política mayoritaria ni de la CGT, las ciudades de todo el país fueron tomadas por más de un millón de personas. La diversidad sexual en defensa de su derecho a la existencia logró reunir a las trabajadoras y trabajadores del Hospital Bonaparte en lucha, a los de los sitios de memoria amenazados por el vaciamiento y el cierre, a obreras y obreros que sufrieron despidos persecutorios en grandes empresas multinacionales como Shell, Pilkington y otras. ¿Será el indicio de que, en medio del estallido de las representaciones políticas mayoritarias, algo nuevo se está forjando en las luchas contra este gobierno, organizado desde abajo, asambleariamente y dispuesto a construir la unidad en las calles, con los que quieren defender en serio los derechos conquistados?
En todo caso, es la hipótesis que apostamos a convertir en hechos quienes no confiamos en que a la ultraderecha se la puede enfrentar de la mano de la Iglesia y con un gran frente político que incluya también a las otras derechas. [10] Y, por eso, apostamos a la construcción de una fuerza política de las resistencias de aquelles que se niegan a que su revuelta sea canalizada por perimidos “bancos de cólera”.
[1] "Judith Butler on the Anti-Gender Ideology Movement, Current Theories of Gender, and Their Ideas of Radical Democracy", RevDem, 13/5/2024
[2] María Alicia Gutiérrez y Alejandra Oberti señalan que, en América Latina, además del sintagma “ideología de género”, las ultraderechas instalaron también el de “memoria completa”, como “enunciados que operan con diferentes grados de extensión a nivel global, regional y/o nacional, apropiándose del lenguaje de derechos humanos”. Ver su estudio preliminar a Gutiérrez y Oberti, compiladoras (2024), Desafíos frente a los proyectos antigénero y negacionistas en América Latina y el Caribe, Buenos Aires, Editorial El Colectivo.
[3] Marta Cabezas Fernández y Cristina Vega Solís (2022), La reacción patriarcal. Neoliberalismo autoritario, politización, religión y nuevas derechas, Manresa, Bellaterra Edicions, p.13,14.
[4] Al margen, es por eso que no nos cansamos de repetir que aquellos medios de comunicación pluralistas que, aún bien intencionadamente, prestan sus micrófonos a estas voces, no consiguen mostrar “al rey desnudo” como pretenden, sino que terminan propagando sus discursos de odio, que nunca permiten la réplica.
[5] Ver Sonia Corréa, "Ideología de género. Una genealogía de la hidra", en Cabezas Fernández y Vega Solís (2022), op.cit.
[6] L. von Mises (2007), Socialismo, análisis económico y sociológico, Madrid, Unión Editorial, p. 107,108, citado en A. Laje y N. Márquez (2016), El libro negro de la nueva izquierda. Ideología de género o subversión cultural, Madrid, Unión Editorial, p.41.
[7] Las guerras de género se han globalizado y son impulsadas por un poderoso movimiento social, político y religioso de carácter transnacional. Con “guerras de género” hacemos referencia aquí a los conflictos políticos y culturales que están centrados en cuestiones de género y sexualidad –temas como los derechos sexuales y reproductivos, los derechos de las disidencias sexuales, la educación sexual o la violencia de género, entre otros–. Por supuesto, estas batallas no son meras cortinas de humo, sino que son inherentes a la lucha por el poder y a los intereses de los proyectos políticos que los impulsan que, en definitiva, son funcionales a una relegitimación de las jerarquías de clase, género y raza. M. Cooper (2023), Los valores de la familia. Entre el neoliberalismo y el nuevo social-conservadurismo, Madrid, Traficantes de Sueños.
[8] Giuliano da Empoli (2020), Los ingenieros del caos, Madrid, Oberón.
[9] F. Dubet (2023), El nuevo régimen de las desigualdades solitarias, Buenos Aires, Siglo XXI [el subrayado es de la autora]. Sobre este libro puede leerse la reseña crítica “François Dubet: desigualdades sociales y estrategia” de Andrea D'Atri.
[10] Ver A. D'Atri, "Feminismo socialista: contra la distopía ultraliberal y la utopía de reformar el capitalismo", Ideas de Izquierda, 7/7/2024.
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¿Minoría?
8 de febrero, por El Círculo Rojo — Géneros y Sexualidades, Feminismo, Homofobia, Columnistas Vertical , LGTBI, Javier Milei, El Círculo Rojo, Géneros y Sexualidades, Feminismo, Homofobia, Columnistas Vertical , LGTBI, Javier Milei, El Círculo RojoPrejuicios, fake news para alimentar los discursos de odio. Las trampas de las minorías y los nichos. Columna de géneros en El Círculo Rojo, programa de La Izquierda Diario en Radio Con Vos.
· Todos los días que siguieron a la marcha del 1 de febrero confirmaron los motivos de la movilización: el repudio a las declaraciones homofóbicas del presidente Javier Milei, la amenaza y ataque a derechos conquistados.
· Todo se intensificó. Los discursos de odio: en la entrevista de Milei con Esteban Trebuq repitió el mismo prejuicio y asoció homosexualidad y pedofilia (no entendimos mal). Las amenazas a derechos conquistados: reproduciendo prejuicios y desinformación, especialmente sobre las personas trans, derechos que garantizan leyes como la de identidad de género.
· ¿Cómo? Haciendo circular dos grandes mentiras buscan deslegitimar el derecho a que se respete tu identidad.
· La primera es que en las cárceles se usa la ley de identidad de género para pedir traslados y, según el presidente, “terminan violando a cuanta mujer se le cruce por delante en la prisión”. Mediante un pedido de acceso a la información, se conoció que solamente hubo dos pedidos de traslados en todas las cárceles federales de Argentina. Aun cuando tiene impacto marginal, el gobierno decidió destacar el tema y prohibir los traslados.
· La segunda, y quizás más peligrosa por su impacto, es que existen centros de hormonización y mutilación genital de menores (el presidente utilizó la palabra criaturas, no al azar sino para generar más indignación). La ley de identidad de género prevé intervenciones a partir de los 18 años y existen tratamientos hormonales (reversibles), que deben contar con el consentimiento de la persona que va a realizar el tratamiento pero también con autorización de la familia o tutores legales y existe intervención judicial.
· Pero lo más peligroso es que con esta fake news, el gobierno está cuestionando también la “capacidad progresiva”, un derecho que consagra el Código Civil, que reconoce a las personas menores de edad la capacidad de decidir sobre determinadas cuestiones en diferentes momentos de su vida. Es un derecho de todos los niños, niñas y adolescentes que son personas, sujetos de derecho y no objetos propiedad de sus familias.
· ¿Cuál es el objetivo de mezclar homosexualidad y pedofilia, identidad de género y mutilación genital? Deslegitimar derechos y, sobre todo, movimientos políticos que cuestionan la discriminación, la desigualdad o la opresión.
· Otro gran objetivo: canalizar el descontento con sociedades cada vez más desiguales, con malas condiciones de vida y en general plagadas de incertidumbre.
· Esto no es algo creado por Milei. Es una herramienta que utilizan todas las derechas y gobiernos reaccionarios en el mundo: decir que la mayoría de la población vive mal porque se prestó demasiada atención a problemas de una minoría (y transformarla en chivo expiatorio).
· Pero esta no es la única operación. También se intenta instalar la idea de que son “problemas de una minoría, a la mayoría no le interesa”.
· Lo hizo el gobierno cuando los días previos a la marcha intentó deslegitimar la convocatoria de la marcha del 1F y dijo que era ridículo porque no tenía nada que ver con los problemas del país.
· Pero no son los únicos sectores que utilizan esa idea. También hay exoficialistas, que formaron parte o apoyaron el gobierno del Frente de Todos, a quienes les gusta señalar el “exceso de progresismo” del gobierno de Alberto Fernandez (nunca el “exceso de cuidarle los bolsillos a los ricos y los empresarios”).· El problema de aceptar estos términos: que hay minorías constantes y absolutas (por ejemplo con respecto a la sexualidad) escindidas de la mayoría de la población, y que la defensa de los derechos es un problema de nicho.
· Esto implica aceptar que la discriminación o la opresión sexual no afectan a la mayoría de la gente. También funciona al revés, si sos gay, lesbiana o trans, ¿no pagás alquiler, la inflación o tener un trabajo con derechos?
· Y lo más importante es que las consecuencias de estos discursos y políticas reaccionarias siempre afectan a la mayoría.
· Para mostrar su propia motosierra, el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires degradó el organismo encargado de políticas de género y lo dejó a cargo de la vicejefa Clara Muzzio.
· Esas decisiones legitiman la destrucción de políticas públicas vitales como asistencia a víctimas de violencia machista, menor acceso a la salud reproductiva y salud en general o el desfinanciamiento de la educación sexual integral.
· Cuando se cuestiona la figura del femicidio (el gobierno dijo que presentará un proyecto para eliminarla del Código Penal, por ahora sin detalles) o se recortan o eliminan políticas contra la violencia machista, no pierden las feministas, se legitima esa violencia, la desigualdad y la opresión.
Minorías
· En realidad, la mayoría de las personas LGBT tiene exactamente los mismos problemas que la mayoría de la población porque con quién te guste acostarte o cómo te sientas con respecto a tu identidad es una pequeña diferencia en un mar de cosas que compartimos todos, todas, todes: vivir de tu trabajo, cobrar un sueldo que no te alcanza, pagar un alquiler demasiado caro.
· Por eso el 1 de febrero marchó muchísima gente en todo el país, en solidaridad con el colectivo LGBT pero no solamente. También porque a mucha gente le molesta la discriminación, se siente discriminada, tiene bronca con el ajuste, los despidos o la destrucción de la salud pública.
· Y porque, la verdad, la única minoría en Argentina son los ricos. -
Otra réplica del odio oficial: hombre atacó a golpes a una pareja de lesbianas en Balvanera
7 de febrero, por CABA — Géneros y Sexualidades, Violencia de género, Ciudad de Buenos Aires, Balvanera, Lesbofobia, Crímenes de odio, Bloque1 A3 2, Javier Milei, Géneros y Sexualidades, Violencia de género, Ciudad de Buenos Aires, Balvanera, Lesbofobia, Crímenes de odio, Bloque1 A3 2, Javier MileiEl martes por la tarde dos chicas caminaban rumbo al dentista cuando un varón en bicicleta las interceptó. Cuestionó sus vestimentas y las golpeó. Otro transeúnte lo agarró antes de que lograra escapar. Del discurso de Milei en Davos a las piñas en un barrio porteño, no hay un gran trecho.
Este miércoles, en el barrio porteño de Balvanera, se registró un violento episodio que, una vez más, pone de manifiesto la relación estrecha entre los discursos de odio y discriminación emanados desde la cumbre del Estado y el accionar en la vida cotidiana de quienes adhieren a esos discursos.
Una pareja de lesbianas, de 26 y 24 años de edad, fue brutalmente atacada mientras caminaban por la calle de la mano. La agresión estuvo a cargo de un hombre de unos 30 años (de quien la Policía preserva el nombre) que iba en bicicleta y, tras interceptarlas en su camino, arremetió contra ellas. Fue alrededor de las 18:30, cuando Y. y A. caminaban tranquilamente por la calle Ecuador, como solían hacerlo, y al llegar a la avenida Córdoba se cruzaron con el agresor, quien las intimidó bloqueándoles el paso con su rodado y luego les pegó.
“Estaba caminando de la mano con mi novia, ya que tenía un turno en el dentista y decidimos ir a pie”, relató una de ellas, según difundió Página|12. Inesperadamente el hombre se les acercó, cruzó su bicicleta y le preguntó a ella: “¿Por qué te vestís como hombre si sos mujer?”. Y “antes de que pudiera reaccionar, me golpeó con un puñetazo que me tiró al suelo, dejándome inconsciente. Todo se volvió negro”.
Y. terminó con una fractura en la nariz, un diente roto, contusiones en la cabeza y lesiones en la nuca. Su pareja también fue agredida mientras el lesbofóbico intentaba escapar, sufriendo heridas en una de sus manos. Poco después el hombre fue detenido por otro transeúnte que pasaba por el lugar y vio toda la escena. Cuando llegó la Policía se lo llevaron y quedó imputado por “lesiones graves”. Se desconoce si ya fue liberado, pero es lo más probable.
“Siento un miedo tremendo. Ahora caminar por la calle, incluso durante el día y con gente alrededor, me genera una inseguridad enorme. Me preocupa que pueda aparecer alguien más y me lastime. Llevo tres años viviendo acá y nunca había presenciado algo así, ni hacia mí ni hacia nadie. Fue una experiencia horrorosa”, reflexionó una de las atacadas.
Según Van Calderón, quien coordina el Observatorio de Crímenes de Odio del Instituto contra la Discriminación de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires, “desde que Milei asumió, tanto la FALGBT como el Observatorio Nacional de Crímenes de Odio LGBT+ y otras organizaciones de derechos humanos hemos alertado sobre un aumento de agresiones en espacios públicos hacia personas LGBT+. Los discursos de odio promovidos desde el Gobierno han dado lugar a una legitimación de la violencia en ciertos sectores de la sociedad, donde se percibe como una respuesta aceptable frente a la diversidad de la comunidad LGBT+”.
En línea con esa reflexión, vale recordar el reciente episodio ocurrido en Cañuelas, donde un “vecino” prendió fuego la vivienda de otra pareja de lesbianas tras años de hostigamiento y ataques sustentados en el odio a las disidencias sexuales. Por ese hecho no se registraron víctimas ya que la pareja había decidido mudarse, precisamente para no seguir padeciendo los insultos, provocaciones y ataques físicos de ese hombre, amparado por el Poder Judicial y la Policía pese a tener varias denuncias en su contra.
Desde la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales, junto con el Observatorio de la Defensoría del Pueblo, dijeron que les están brindando apoyo a Y. y A., a la vez que le pidieron una reunión al fiscal Santiago Almeida, quien está a cargo de la investigación penal.
Por último Y. expresó que percibe “un aumento en la violencia. Cada día se registran más ataques y agresiones, incluso a plena luz del día. Aunque uno esté alerta, estas situaciones son imprevisibles. Los discursos de odio actuales sólo fomentan más odio”.
Como afirman en otra nota Tom Mascolo y Eugenia Tulu, “el ataque frontal de Javier Milei hacia los derechos de la comunidad LGTTBIQNB+ y el movimiento de mujeres no puede separarse de su plan de motosierra a la salud, la vivienda, la educación y los puestos de trabajo. Un proyecto que cuenta con el respaldo y la celebración de los grandes capitales, tanto nacionales como extranjeros”. Y agregan que “en este marco, su llamada ‘batalla cultural' está profundamente ligada a una ofensiva económica que busca imponer condiciones aún más desfavorables para las mayorías trabajadoras”.
“Tenemos que debatir, sacar conclusiones y organizarnos para volver a poner en pie el movimiento feminista y LGTTBIQBN+ sobre nuevas bases, que defienda la Educación Sexual Integral, la Ley de Identidad, la de Matrimonio Igualitario, porque tampoco vamos a aceptar que quieran eliminar la figura de femicidio”, dicen Mascolo y Tulu. Y en ese sentido afirman: “Pero no solo defendemos lo conquistado en la calle, también tenemos que debatir cómo desbordar con nuestras fuerzas. No podemos repetir el camino de quienes quieren institucionalizar nuestros movimientos y encerrarlos en los estrechos márgenes del Estado. Tenemos que ser una punta de lanza como lo demostramos estas semanas, para enfrentar todo el plan de los empresarios y sus títeres”.
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Otra réplica del odio oficial: hombre atacó a golpes a una pareja de lesbianas en Recoleta
7 de febrero, por CABA — Géneros y Sexualidades, Violencia de género, Ciudad de Buenos Aires, Lesbofobia, Crímenes de odio, Javier Milei, Recoleta, Géneros y Sexualidades, Violencia de género, Ciudad de Buenos Aires, Lesbofobia, Crímenes de odio, Javier Milei, RecoletaEl martes por la tarde dos chicas caminaban rumbo al dentista cuando un varón en bicicleta las interceptó. Cuestionó sus vestimentas y las golpeó. Otro transeúnte lo agarró antes de que lograra escapar. Del discurso de Milei en Davos a las piñas en un barrio porteño, no hay un gran trecho.
Este miércoles, en el barrio porteño de Recoleta, se registró un violento episodio que, una vez más, pone de manifiesto la relación estrecha entre los discursos de odio y discriminación emanados desde la cumbre del Estado y el accionar en la vida cotidiana de quienes adhieren a esos discursos.
Una pareja de lesbianas, de 26 y 24 años de edad, fue brutalmente atacada mientras caminaban por la calle de la mano. La agresión estuvo a cargo de un hombre de unos 30 años (de quien la Policía preserva el nombre) que iba en bicicleta y, tras interceptarlas en su camino, arremetió contra ellas. Fue alrededor de las 18:30, cuando Y. y A. caminaban tranquilamente por la calle Ecuador, como solían hacerlo, y al llegar a la avenida Córdoba se cruzaron con el agresor, quien las intimidó bloqueándoles el paso con su rodado y luego les pegó.
“Estaba caminando de la mano con mi novia, ya que tenía un turno en el dentista y decidimos ir a pie”, relató una de ellas, según difundió Página|12. Inesperadamente el hombre se les acercó, cruzó su bicicleta y le preguntó a ella: “¿Por qué te vestís como hombre si sos mujer?”. Y “antes de que pudiera reaccionar, me golpeó con un puñetazo que me tiró al suelo, dejándome inconsciente. Todo se volvió negro”.
Y. terminó con una fractura en la nariz, un diente roto, contusiones en la cabeza y lesiones en la nuca. Su pareja también fue agredida mientras el lesbofóbico intentaba escapar, sufriendo heridas en una de sus manos. Poco después el hombre fue detenido por otro transeúnte que pasaba por el lugar y vio toda la escena. Cuando llegó la Policía se lo llevaron y quedó imputado por “lesiones graves”. Se desconoce si ya fue liberado, pero es lo más probable.
“Siento un miedo tremendo. Ahora caminar por la calle, incluso durante el día y con gente alrededor, me genera una inseguridad enorme. Me preocupa que pueda aparecer alguien más y me lastime. Llevo tres años viviendo acá y nunca había presenciado algo así, ni hacia mí ni hacia nadie. Fue una experiencia horrorosa”, reflexionó una de las atacadas.
Según Van Calderón, quien coordina el Observatorio de Crímenes de Odio del Instituto contra la Discriminación de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires, “desde que Milei asumió, tanto la FALGBT como el Observatorio Nacional de Crímenes de Odio LGBT+ y otras organizaciones de derechos humanos hemos alertado sobre un aumento de agresiones en espacios públicos hacia personas LGBT+. Los discursos de odio promovidos desde el Gobierno han dado lugar a una legitimación de la violencia en ciertos sectores de la sociedad, donde se percibe como una respuesta aceptable frente a la diversidad de la comunidad LGBT+”.
En línea con esa reflexión, vale recordar el reciente episodio ocurrido en Cañuelas, donde un “vecino” prendió fuego la vivienda de otra pareja de lesbianas tras años de hostigamiento y ataques sustentados en el odio a las disidencias sexuales. Por ese hecho no se registraron víctimas ya que la pareja había decidido mudarse, precisamente para no seguir padeciendo los insultos, provocaciones y ataques físicos de ese hombre, amparado por el Poder Judicial y la Policía pese a tener varias denuncias en su contra.
Desde la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales, junto con el Observatorio de la Defensoría del Pueblo, dijeron que les están brindando apoyo a Y. y A., a la vez que le pidieron una reunión al fiscal Santiago Almeida, quien está a cargo de la investigación penal.
Por último Y. expresó que percibe “un aumento en la violencia. Cada día se registran más ataques y agresiones, incluso a plena luz del día. Aunque uno esté alerta, estas situaciones son imprevisibles. Los discursos de odio actuales sólo fomentan más odio”.
Como afirman en otra nota Tom Mascolo y Eugenia Tulu, “el ataque frontal de Javier Milei hacia los derechos de la comunidad LGTTBIQNB+ y el movimiento de mujeres no puede separarse de su plan de motosierra a la salud, la vivienda, la educación y los puestos de trabajo. Un proyecto que cuenta con el respaldo y la celebración de los grandes capitales, tanto nacionales como extranjeros”. Y agregan que “en este marco, su llamada ‘batalla cultural' está profundamente ligada a una ofensiva económica que busca imponer condiciones aún más desfavorables para las mayorías trabajadoras”.
“Tenemos que debatir, sacar conclusiones y organizarnos para volver a poner en pie el movimiento feminista y LGTTBIQBN+ sobre nuevas bases, que defienda la Educación Sexual Integral, la Ley de Identidad, la de Matrimonio Igualitario, porque tampoco vamos a aceptar que quieran eliminar la figura de femicidio”, dicen Mascolo y Tulu. Y en ese sentido afirman: “Pero no solo defendemos lo conquistado en la calle, también tenemos que debatir cómo desbordar con nuestras fuerzas. No podemos repetir el camino de quienes quieren institucionalizar nuestros movimientos y encerrarlos en los estrechos márgenes del Estado. Tenemos que ser una punta de lanza como lo demostramos estas semanas, para enfrentar todo el plan de los empresarios y sus títeres”.