SOCIALES UBA
Obreras, estudiantes y mujeres inmigrantes contra la violencia laboral
En una reunión que salió casi de la noche a la mañana, el sábado pasado nos juntamos cerca de 50 mujeres trabajadoras y estudiantes.
En una reunión que salió casi de la noche a la mañana, el sábado pasado nos juntamos cerca de 50 mujeres trabajadoras y estudiantes. Entre mates fraternales, intercambiamos sobre las difíciles condiciones laborales y de vida que padecemos centenares de trabajadoras precarizadas e inmigrantes.
Las experiencias, aparentemente lejanas, de las trabajadoras despedidas de la fábrica alimenticia Soriano y de las trabajadoras inmigrantes se entrecruzaron por primera vez. Las fronteras quedaron desdibujadas cuando, en sus relatos, encontraron varios puntos en común, no los más gratos, sino los de padecimiento y superexplotación. Unas contaban cómo se les prohibía ir al baño en todo el día y otras, cómo debían limpiar el orín de los compañeros textiles que trabajaban en condiciones de esclavitud. Accidentes laborales que eran burlados y subestimados por la patronal, con amenazas y despidos injustificados. Sueldos miserables por interminables jornadas laborales en talleres, fábricas o en el servicio doméstico, acompañados de maltrato y discriminación.
Los testimonios fueron escuchados con mucha atención e indignación, llenándonos a todas de mucha bronca, pero también de orgullo por la fuerza y la energía de las compañeras.
Cada denuncia que hacían nos demostraba, una vez más, cuán lejos está el gobierno nacional y la oposición de garantizar nuestros derechos. Por el contrario, legitiman el trabajo en negro, las pésimas condiciones laborales y hasta el trabajo esclavo, permitiéndole obtener enormes ganancias a quienes nos superexplotan, día a día, y haciendo que las mujeres de los sectores más pobres seamos las que morimos en intervenciones clandestinas por negarnos el derecho al aborto en los hospitales públicos.
Las coincidencias de las experiencias de mujeres trabajadoras de diversos sectores y nacionalidades nos llevó a la conclusión de que debíamos continuar con la campaña que ya arrancamos entre obreras, estudiantes e inmigrantes, impulsando un plan militante articulado por el lema “los derechos de las obreras no están de moda”. Propusimos, entre todas, una agenda que contempla pasar por los cursos de la facultad, hacer pintadas y pegatinas por fábricas, facultades, terciarios y en los barrios, así como también charlas para llegar a cientos de mujeres trabajadoras y estudiantes. También consideramos que tenemos un importante desafío como agrupación de mujeres Pan y Rosas, que es llevar todo este caudal de fuerza militante al próximo Encuentro Nacional de Mujeres.
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