Miércoles 6 de agosto de 2008

LAS MUJERES Y LA REVOLUCION

¡Paso a la mujer trabajadora!

El sistema capitalista se sostiene en la explotación de la fuerza de trabajo de millones de hombres y mujeres. Hoy, nosotras representamos el 40% de esa fuerza de trabajo internacional; lo que significa que, en la última década, 200 millones de mujeres se incorporaron a las filas de la clase trabajadora.

El sistema capitalista se sostiene en la explotación de la fuerza de trabajo de millones de hombres y mujeres. Hoy, nosotras representamos el 40% de esa fuerza de trabajo internacional; lo que significa que, en la última década, 200 millones de mujeres se incorporaron a las filas de la clase trabajadora. Pero el dominio de los explotadores "basado en que son los dueños de los medios de producción y defienden su propiedad privada y sus privilegios con las fuerzas armadas, los estados, los gobiernos y los políticos patronales-, también se sostiene dividiendo a los explotados: los capitalistas se aprovechan de las religiones, del racismo, de los prejuicios contra los inmigrantes y de la opresión de las mujeres para dividirnos y desorganizarnos. Por eso, cada vez que una mujer es abusada, golpeada, humillada, considerada un objeto, discriminada, sometida por su compañero... -¡la clase dominante se ha perpetuado un poco más en el poder! Y la clase obrera, en cambio, se ha debilitado. Porque esa mujer perderá la confianza en sí misma y por lo tanto en sus propias fuerzas. Pero la clase obrera también se debilita porque ese hombre que golpeó a su compañera, que la humilló, que la consideró su propiedad, está más lejos que antes de transformarse en un obrero conciente de sus cadenas, está un poco más lejos de reconocer que en la lucha por romper sus cadenas debe proponerse liberar a toda la humanidad de las cadenas y contar a todos los oprimidos como sus aliados.

Sumidas en la opresión, a través de los prejuicios milenarios que transmiten la Iglesia, la familia y las costumbres, terminamos siendo el sector más conservador de la sociedad. Nos dicen que tenemos que ser sumisas y aceptar dócilmente todos los sacrificios que requiera mantener a nuestros hijos y satisfacer las necesidades de nuestras familias. Y parece que así lo hiciéramos en los tiempos de calma. Pero eso mismo que nos enseñan es un arma de doble filo para el capitalismo, porque cuando amenaza la crisis y los patrones y el Estado la descargan sobre la clase trabajadora y el pueblo, las mujeres salimos con uñas y dientes a defender el pan de nuestras familias y, de golpe, nos convertimos en los destacamentos avanzados en la lucha contra la explotación, contra el hambre y la miseria, contra los despidos y el cierre de fábricas? y enfrentamos no sólo a los patrones y a los dirigentes sindicales vendidos, sino también al gobierno y al Estado, con sus aparatos represivos.

Así lo hicieron las mujeres pobres de París en 1789 y dieron comienzo a la gran Revolución Francesa. Lo volvieron a hacer las obreras en 1871, tomando el cielo por asalto y resistiendo en las barricadas con sus propios batallones femeninos hasta el último día de la Comuna de París.

Las trabajadoras de San Petersburgo, con una huelga de masas, inauguraron la Revolución Rusa de 1917 y abundan los ejemplos? León Trotsky decía que "toda crisis revolucionaria se caracteriza por el despertar de las mejores cualidades de la mujer de las clases trabajadoras: la pasión, el heroísmo, la devoción." Y que, entonces, cuando avanza la crisis, la influencia que tienen las ideas más retrógradas entre las mujeres, son barridas de un plumazo por su propia "lucha revolucionaria por la emancipación de la humanidad y, por consecuencia, en primer lugar, de la obrera."1 Por eso, mientras las organizaciones oportunistas y reformistas prestan atención sólo a los sectores más privilegiados de la clase trabajadora y desprecian e ignoran a los más explotados y oprimidos, como las mujeres, los revolucionarios levantamos un grito de guerra contra los capitalistas y también contra el machismo y la discriminación que imponen entre las filas de nuestra propia clase: -¡Paso a la mujer trabajadora! Luchemos por la liberación de la mujer para desplegar nuestras energías en la lucha por la revolución socialista. Luchemos por la revolución socialista que sentará las bases para la íntegra liberación de las mujeres de las cadenas que hoy nos oprimen doblemente.




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