Nadezhda Krupskaya es ampliamente conocida por haber sido la compañera de Lenin hasta su muerte. Sin embargo, ese reconocimiento no le hace honor a la gran personalidad de quien fuera, también, una gran dirigente bolchevique que, después de la Revolución de Octubre, creó el nuevo sistema educativo soviético y puso en pie las bibliotecas del estado obrero.
Nació en San Petersburgo, en 1869 y mientras cursaba en el Colegio de Mujeres, adhirió a un círculo marxista y formó a los obreros en las ideas socialistas. A los 25 años se casó con Lenin. Poco después, fue arrestada por sus actividades revolucionarias y, junto con el dirigente bolchevique, fue enviada al exilio, donde escribió su primer libro La Mujer Trabajadora. El régimen zarista la condenó a vivir en Alemania, Gran Bretaña y Suiza, pero no le impidió seguir participando activamente del movimiento revolucionario de los exiliados rusos. Fue así que tomó parte fundamental en la publicación y distribución clandestina del periódico Iskra, donde era responsable de las relaciones con los comités del interior de Rusia, que eran los que nutrían al periódico de noticias y denuncias obreras.
Cuando la revolución se encendió en 1905, regresó a Rusia como secretaria del Comité Central del Partido Bolchevique. Pero desde 1907 hasta después de la revolución de febrero de 1917, vivió diez penosos años nuevamente en el exilio, en los que aprovechó para instruirse en temas de educación popular y escribió otro libro, Gente, Educación y Democracia. En 1914, participó de la redacción del periódico Rabotnitsa (La obrera) y en 1915, integró la delegación rusa a la III-º Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, organizada por Clara Zetkin, que se pronunció contra la guerra imperialista. Con sus conocimientos sobre educación colaboró en la Revolución Rusa de 1917: apenas tomado el poder, fue nombrada Comisaria de Educación, un cargo equivalente al de ministra. Desde allí promulgó las leyes educativas del nuevo estado obrero, propició las campañas de alfabetización, puso en pie numerosas instituciones culturales y desarrolló la bibliotecología.
Cuando Lenin se encontraba enfermo y la burocracia stalinista ya había decidido aislarlo, bajo la excusa de no perturbar su delicado estado de salud, Nadezhda siguió transmitiéndole las novedades políticas y partidarias. Esto permitió que Lenin escribiera, poco antes de morir, su famoso Testamento Político en el que señalaba que Stalin "había acumulado demasiado poder dentro del Partido; tanto que no estaba seguro de que fuera a utilizarlo siempre con suficiente prudencia."
Para Trotsky, la muerte de Lenin y el comienzo del proceso de burocratización confundieron a Krupskaya: "su instinto revolucionario entró en conflicto con su espíritu de disciplina." Así fue como, oponiéndose a la camarilla de Stalin, en 1926 se alineó por un breve lapso con la Oposición Unificada(1), de la que luego se alejó. Stalin colaboró con su aislamiento, rindiéndole honores respetuosamente por ser la viuda de Lenin, pero separándola de la vida partidaria, controlando sus movimientos, censurando sus artículos para la prensa, desacreditándola y hasta calumniándola en privado.
Krupskaya murió en marzo de 1939. Trotsky, en su obituario, la recordaría con estas palabras: "Además de ser la esposa de Lenin "lo que por cierto no fue accidental- Krupskaya fue una personalidad destacada por su devoción a la causa, su energía y la pureza de su carácter. Indudablemente fue una mujer inteligente. Sin embargo, no es sorprendente que su pensamiento político no se haya desarrollado independientemente mientras estuvo con Lenin. Tuvo demasiadas ocasiones para convencerse de la corrección del pensamiento de él, y se acostumbró a confiar en su gran compañero y dirigente. Después de la muerte de Lenin, la vida de Krupskaya sufrió un vuelco extremadamente trágico. Fue como si tuviera que pagar por toda la felicidad que le había tocado en suerte."
Trotsky agrega que "Stalin siempre vivió con el temor de que ella protestara. Sabía demasiado. Conocía la historia del partido y el lugar que allí ocupaba Stalin." Y contra quienes le criticaron a Nadezhda que no fuera a fondo en la lucha política contra Stalin, Trotsky defiende la figura de esta revolucionaria de su generación con las siguientes emotivas palabras: "Nada más lejos de nuestra intención que criticar a Nadezda Konstantinova por no haber sido lo suficientemente decidida como para romper abiertamente con la burocracia. Personalidades políticas mucho más independientes que ella vacilaron, trataron de jugar a las escondidas con la historia y perecieron. Krupskaya se sentía muy atada por su sentido de la responsabilidad. Personalmente tenía el coraje necesario; le faltaba coraje mental. Con profunda tristeza despedimos a la leal compañera de Lenin, a una revolucionaria irreprochable y a una de las figuras más trágicas de la historia revolucionaria." |