En los últimos días de febrero nos conmocionó la trágica noticia de la muerte de nuestra compañera Rossana Robledo. Después de muchos años de luchar contra una profunda depresión y, a pesar de los esfuerzos de sus amigas, compañeras y compañeros por contenerla, Rossana se quitó la vida. Ella era militante del Partido de los Trabajadores Socialistas e impulsó la organización de la agrupación de mujeres Pan y Rosas en La Matanza.
Su hija Fernanda, durante el homenaje que realizó el PTS en Laferrere, dijo: "desde mis siete años conocí y entendí, con mi joven madre, por qué no se debía naturalizar e ignorar el horror, el dolor y toda la decadencia de este sistema recalcitrante y detestable; conocí ese dolor y horror junto a ella y mis hermanas, del cual es sólo responsable nuestra clase enemiga." Y agregó: "la tarea de entender no fue fácil para mí y mis dos hermanas que, por otro lado, también vimos crecer a mi madre, vimos los golpes profundos a los que estamos sometidas las mujeres desde que nacemos." Dijo que Rossana era una mujer "que me enseñó el sentido del sacrificio, de la disciplina y del amor cuando se levantaba cada día a las cuatro de la mañana para ir a la fábrica, a cumplir largas jornadas y luego, la tarea de criar a tres hijas en las situaciones más terribles."
Rossana, como miles de mujeres, crió a sus hijas sola y desde muy joven. Trabajó en fábricas y como empleada doméstica. Siendo grande, con su doble jornada a cuestas y la crianza de las niñas e incluso sacrificando su escaso tiempo libre por la militancia revolucionaria, también se las arregló para aprender a leer y escribir. Sufrió la explotación y la violencia. A todo se sobrepuso con una energía inusitada. Sin embargo, el dolor era demasiado profundo y fue más fuerte que ella, llevándola a tomar esta trágica decisión y, a nosotros, a llorar esta derrota de haber perdido a una valiosa compañera de la clase trabajadora de nuestras filas.
Por eso, no es su muerte, sino su vida la que tomamos como fuente de inspiración, para seguir luchando contra la miseria de la explotación y las brutales condiciones de opresión que pesan sobre millones de mujeres. Como dice la canción en la que se inspira el nombre de nuestra agrupación, nuestras vidas no serán explotadas desde el nacimiento hasta la muerte; los corazones padecen hambre, al igual que los cuerpos, es por eso que luchamos por el pan y por las rosas.
Vaya nuestro homenaje, entonces, a la memoria de la vida de Rossana, que luchó por el socialismo, por el pan y por las rosas. |
