Dicen que de los Encuentros de Mujeres una vuelve cambiada y en mi caso fue así. Decidí ir después de haber hablado mucho con las chicas de Pan y Rosas, pero la verdad es que no tenía mucha idea de con que me iba a encontrar. La experiencia fue increíble. Escuchar en los talleres a mujeres de tantos lugares distintos y con ideologías tan distintas fue muy enriquecedor.
Participar me sirvió para ver con mis propios ojos y sacar mis propias conclusiones respecto de la manera en que intervienen las diversas agrupaciones y corrientes políticas. En este sentido fue muy importante para mí conocer a las trabajadoras y trabajadores de Zanon. Escucharlos decir que se sentían acompañados por Pan y Rosas en su lucha me hizo sentir orgullosa de participar en la agrupación. En ese momento desaparecieron las pocas dudas que me quedaban acerca de participar del Encuentro de Mujeres junto a ellas.
Durante la marcha de cierre del Encuentro me emocionó muchísimo ver en la columna de Pan y Rosas a cientos de mujeres que compartían una misma sensibilidad que yo al respecto de ciertos temas y me sentí acompañada en las ganas de luchar por los derechos de las mujeres.
Volví convencida de que la manera de transformar una realidad que nos parece injusta es a través de la organización. Volví con ganas de impulsar Pan y Rosas en la facultad, seguir discutiendo sobre distintas problemáticas de las mujeres y colaborando con las chicas de las fábricas que se proponen llevar adelante una política hacia las mujeres trabajadoras.
Lucía, estudiante de Trabajo Social (UBA) |