Muchas maestras nos preguntamos si es posible que, con nuestro trabajo cotidiano, estemos aportando a la transformación de la sociedad en que vivimos, si somos meros reproductores de esta maquinaria capitalista o si podemos aportar algunas "armas" para el cambio que deseamos. Estos interrogantes que nos hacemos entre nosotras, también han recorrido el pensamiento pedagógico a lo largo de todo el siglo pasado, delimitando distintas corrientes teóricas que, en su mayoría, conservan una visión "idealista" y parten de entender la educación como mera "inculcación de ideas".
Una de las corrientes más importantes es la del "reformismo pedagógico", que plantea que la educación tendría por finalidad el cambio de conciencias por medio de la acción educativa, como si el educando fuera una tabla rasa a la cual hay que limpiar de prejuicios, para "insertarle" nuevas ideas. Otra corriente es conocida como "reproductivista", porque considera que el sistema educativo tiene por objetivo la reproducción del sistema, adaptando a las nuevas generaciones a la sociedad en la que vivimos que, en este caso, es una sociedad capitalista, basada en la explotación de millones de seres humanos por una minoría de parásitos. Por lo tanto, para este pensamiento, la educación está fatalmente condicionada a reproducir este estado de cosas.
Partir de una visión materialista e histórica de los procesos de formación de la conciencia, el pensamiento, las ideas e instituciones, es ver que éstos no son el resultado de ningún proceso de inculcación sino el resultado de la vida real, de la relación de los sujetos con la naturaleza, con los otros. La sociedad humana, en sus luchas y conflictos, se ha conformado como una compleja organización clasista. Esta estructura determina, en última instancia, la ideología que a su vez se materializa en instituciones y relaciones sociales.
La burguesía, desde un principio, vio la educación como uno de los medios para formar mano de obra calificada y, a la vez, para ejercer su dominación ideológica. La impronta que impone al sistema educativo moderno configurará el carácter de "educación destinada a los hijos de las clases populares". Ningún modo de producción anterior ha planteado la necesidad de contar con una fuerza de trabajo que pueda cumplir con la regularidad, repetitividad, cotidianeidad, coordinación y atención que requiere el trabajo en la industria de los albores del capitalismo y en eso radica la importancia de la escuela moderna. Pero además de extender la capacidad de leer y escribir, de hacer operaciones aritméticas y conocer la historia de la humanidad tal como la narran las clases dominantes, la escuela moderna permitió formar "buenos ciudadanos", transmitiendo los valores que se consideran correctos en la sociedad capitalista y que aparecen relegitimados a través del prestigio con el que cuenta la propia institución escolar.
Claro que éste no es el objetivo que tenemos quienes mandamos a nuestros hijos a la escuela, ni para quienes trabajamos allí intentando que cada vez sean más las niñas y niños de las familias trabajadoras y de los sectores populares quienes tengan acceso a la educación. Es que la escuela, finalmente, es el resultado del entrecruzamiento de una necesidad de la clase dominante por contar con mano de obra mínimamente calificada para la producción y, por otro lado, las luchas que han dado los alumnos, las madres y padres y las trabajadoras y trabajadores docentes por mantener la educación gratuita, masificarla, defenderla de los intereses capitalistas.
La educación, entonces, no es "neutral", no está por fuera de las luchas concretas que se desarrollan en la sociedad, entre las clases sociales, enfrentando a patrones, gobiernos, regímenes políticos. En una sociedad de clases, la educación es una educación de clase.
Por eso, aunque exigimos al Estado el financiamiento de la educación pública aumentando el presupuesto, en primer término en base al quite de subsidios a la educación privada y el acceso total e irrestricto para toda la población, esto no significa dejarle el control de la educación al Estado que defiende los intereses de los capitalistas: hay que arrancar de sus manos el control de los planes de estudio y del presupuesto para ponerlos en manos de madres y padres, docentes, alumnos, organizaciones sociales y de la clase trabajadora, los verdaderos interesados en la educación de las nuevas generaciones.
Esto lo decimos porque estamos convencidas de que el desarrollo de todos los sentidos, de las facultades de todos los miembros de la sociedad, vendrá de la supresión de la actual división del trabajo, del acceso a la creación de bienes y conocimientos creados por todos, resultado de la abolición de la propiedad privada, de una sociedad sin explotados ni explotadores, que termine con el trabajo asalariado y con él, con la alienación y deshumanización que conlleva.
Corriente Nacional de Trabajadoras y Trabajadores de la Educación "9 de abril"
El 9 de abril de 2007 "a pesar de las direcciones de CTERA, CTA y CGT- miles de trabajadoras y trabajadores de la educación protagonizamos una jornada de paro y movilización en repudio al brutal asesinato de nuestro compañero Carlos Fuentealba y por apoyo a los reclamos docentes. En ese marco surgió la Corriente Nacional 9 de Abril, que aglutinó distintas experiencias de organización y lucha de Capital, Provincia de Buenos Aires, La Pampa, Neuquén, Río Negro, Mendoza, Córdoba, Tucumán y Jujuy. Las compañeras que escribimos estos artículos somos docentes de esta corriente que además de impulsar un programa antiburocrático, antipatronal y antigubernamental, incluye en su programa la lucha por los derechos de la mujer. Apostamos al triunfo de las luchas docentes y de toda la clase trabajadora; por un sistema nacional único de educación financiado por el Estado, administrado y planificado por las trabajadoras y trabajadores de la educación, las organizaciones obreras y estudiantiles, y por las madres y los padres de nuestros alumnos. Queremos la triplicación del presupuesto educativo en base al no pago de la deuda externa y a los impuestos progresivos a las grandes fortunas, eliminando los subsidios a las escuelas privadas. Por la anulación de la Ley de Educación Nacional de Kirchner, Filmus y Yasky, de la Ley de Educación Técnica y la de Financiamiento Educativo. No a la municipalización. No a la ingerencia empresaria en la educación pública. -¡Fuera la Iglesia de la educación! |