Las mujeres somos mayoría en la educación: casi la totalidad de "los maestros" somos mujeres de entre 25 y 40 años, el 40% jefas de hogar con 2 a 5 personas a cargo. Compañeras docentes y estudiantes de Pan y Rosas realizamos, en La Plata, una encuesta sobre la salud de las maestras que arrojó un lúgubre resultado.
El desempeño en aulas superpobladas, cuya infraestructura está en mal estado, hace que el 52,4% padezca disfonías; el 49,2%, jaqueca; 41%, resfríos; cansancio muscular, el 69,8%; dolores articulares, 46%; desgano, 65,1%; angustia, 54%; nerviosismo, 60,3% .
Los problemas relacionados con el aparato fonal son los más importantes. Esto se debe a que la "voz proyectada" es más proclive a dañar los órganos vocales, lo que se ve agravado por la sobrecarga de alumnos que hace más exigente la tarea de la docente, demandando mayor esfuerzo vocal. Un 57% de las maestras encuestadas trabaja en cursos superpoblados, lo que influye directamente en el nivel de ruido de la clase y, además, dificulta la atención personalizada de los alumnos, incrementando el nivel de estrés. Además, influyen mucho las características del edificio en el que se dicta clase: un 58% denunció que su edificio está en mal estado. Otro problema habitual es el polvo que origina la tiza, irritante y alergénico.
Cuando aún se recuerdan las palabras de Cristina en su discurso de asunción acusando a docentes de vagos, ignorantes y responsables del estado actual de la escuela pública y en momentos en que los gremios anuncian el "histórico resultado" alcanzado en la paritaria nacional, que dista mucho de los $3.000 de la canasta familiar actual, a cambio de no realizar paros que afecten el cumplimiento de los 180 días de clases que exige el gobierno, sostenemos que es imprescindible luchar por percibir un salario igual a la canasta familiar, por el trabajo en un solo cargo, el blanqueo total de las sumas percibidas en negro, por guarderías gratuitas para los hijos de las maestras, por edificios en buen estado y por la defensa de la escuela pública. La exigencia de que se reconozcan las enfermedades de las maestras, naturalizadas en las pésimas condiciones de trabajo e invisibilizadas detrás del "apostolado" que no se considera esfuerzo, es también parte de esta lucha. |