En los últimos días se dio a conocer el terrible caso del asesinato de Carolina Giardino a manos de su ex pareja Antonio González. El hombre la apuñaló en el cuello y el abdomen en la puerta de la casa donde ella vivía con sus tres hijos, en Pilar. González escapó en su Toyota Hilux llevándose al menor de los hijos, Joaquín, de siete años y con síndrome de down. Dejó al niño en casa de su abuela paterna para darse a la fuga y, cuatro días después, la policía encontró su cuerpo ahogado en una playa de San Clemente.
Personas cercanas a Carolina informaron que tenía una relación muy conflictiva con González y que lo había denunciado por violencia de género, amenazas y por haber intentado quemar su casa. La justicia, sin embargo, nunca dispuso una restricción a su acercamiento sino un régimen de visitas programadas para ver a su hijo menor. Roxana, una amiga de la víctima, contó que “Carolina estaba cansada del sistema, no lo quería denunciar porque decía que no iba a pasar nada”. Se confirmó luego que el mismo jueves del asesinato había recibido amenazas por WhatsApp.
Este hecho se sumó a otros femicidios recientes como el caso del doble crimen en José C. Paz, donde un hombre degolló a la madre y la abuela de su ex esposa y se encuentra detenido. También el asesinato de Yamila Svirz en Chaco a manos de su novio Héctor Merino, estudiante de la Escuela de Policía e hijo de un jefe de la fuerza. La joven de dieciocho años había intentado denunciar las amenazas y agresiones de Merino pero fue disuadida de hacerlo debido a la posición del padre de su pareja en la regional de Sáenz Peña.
Editora: Tatiana |