Nacida en Camargo, norte de Tarija, Bolivia, Segundina hilaba lana mientras pasteaba las ovejas de su madre hasta que entrada la adolescencia tuvo que migrar a la Argentina, como tantos hermanos bolivianos, en busca de mejorar sus condiciones de vida, hace 53 años.
Mientras circulaba el mate cebado entre la ronda de mujeres solidarizadas con la lucha de sus compañeros y familiares en la puerta del ingenio La Esperanza, escuchábamos con atención la historia de esta hermosa mujer. "Fue muy dura mi vida, de niña caminaba tres horas hasta llegar a la escuela... Me costó mucho la venida aquí porque yo hablaba quichua muy cerrado y tuve que aprender a los golpes...".
Pelando cañas bajo el sol con un machete o seleccionando hojas con sus manos, Segundina recorrió el norte de Salta y Jujuy entre la caña de azúcar y el tabaco hasta que se casó con un obrero del azúcar, oriundo de Bolivia, y se instaló en La Esperanza. Tuvo varios hijos, de los cuales recuerda con mucho dolor la muerte de dos de ellos por distintas enfermedades y la odisea vivida con el último hijo para que lo puedan operar de labio leporino: "...viajé varias veces a Buenos Aires sola con mi hijo sin conocer el lugar, fue muy triste esa etapa de mi vida... la clínica de la obra social no quiso operarlo y yo desconocía que tenía todos los gastos cubiertos así que, después de varias semanas de idas y vueltas, mentí en el público asegurando que no contaba con obra social y lo operaron...".
Luego de contar su historia, con dos termos de mate y bollos calientes de por medio, Segundina nos terminaba de decir con entusiasmo y convicción que las mujeres deben estar firmes en la lucha junto a sus compañeros defendiendo los puestos de trabajo y que más allá de que se encargan de la olla popular "nosotras no estamos sólo para lavar los platos y cocinar, también podemos opinar... sería importante formar una comisión de mujeres para la lucha (…) el ingenio no necesita de Roggio ni de ningún patrón, ya que los trabajadores son los que están todos los días trabajando de sol a sol y saben hacerlo funcionar...".
La noche se asentaba en el ramal y con ella las palabras de esta mujer luchadora que averiguaba e imaginaba junto con nosotras y sus compañeras como sería el control obrero de la fábrica... mañana la lucha continúa y los espera una masiva marcha por las calles de San Pedro para exigir sus reivindicaciones y no dar el brazo a torcer a la patronal Roggio ni al Estado: "esta vez no hay vuelta atrás". |