El pasado sábado 10 volvió a conmovernos otro aberrante hecho de violencia hacia las mujeres, una noticia reiterada y cotidiana (el año pasado fueron asesinadas más de 230 mujeres en el país), pero este caso tenía una peculiaridad: Carla Figueroa habría sido asesinada a consecuencia de su decisión "libremente tomada" de "avenimiento" con su verdugo, según lo posibilita el Código Penal. Días antes la justicia había dejado en libertad a Marcelo Tomaselli -quien anteriormente había abusado sexualmente de Carla-ppor el supuesto "avenimiento" de la víctima."
Esta figura legal nefasta, desarrollada en el art. 132 del Código Penal, prescribe lo siguiente: “Si ella [la víctima de abuso sexual o de secuestro con el fin de menoscabar su integridad sexual] fuere mayor de dieciséis años, podrá proponer un avenimiento con el imputado. El Tribunal podrá excepcionalmente aceptar la propuesta que haya sido libremente formulada y en condiciones de plena igualdad, cuando, en consideración a la especial y comprobada relación afectiva preexistente, considere que es un modo más equitativo de armonizar el conflicto con mejor resguardo del interés de la víctima. En tal caso la acción penal quedará extinguida”.
¿Cómo se puede considerar que puede ser “libremente” aceptado el avenimiento, cuando una mujer ha sido víctima de una violación? ¡Ni siquiera en un robo ejercido con violencia se puede presentar el avenimiento, de común acuerdo entre el ladrón y la persona que fue robada! Y ¿cómo se puede considerar que, sin embargo, éste puede ser el modo más “equitativo de armonizar el conflicto”, cuando se trata de semejante violencia machista ejercida contra una adolescente? Sólo si se considera que esta “armonización” es la sumisión total de la víctima a su victimario...
Trascendió que la mamá de Carla había sido asesinada por su padre, cuando ella tenía apenas 8 meses de vida. La misma Carla, que tenía sólo 19 años cuando encontró la muerte en manos de su asesino, había denunciado públicamente que estaba amenazada y sumamente atemorizada. Sólo la justicia sorda, ciega y muda frente a la opresión y la explotación, pudo no tenerlo en cuenta.
Esta figura del avenimiento es parte de un plexo normativo que considera a los delitos contra la integridad sexual como de “instancia privada”, es decir que queda en manos de las víctimas toda la carga de promover la investigación penal, siendo además revictimizadas y maltratadas por la policía asesina y la justicia cómplice que, primero averigua que “habrá hecho” la víctima, cuando alguna se anima a denunciar, lo que ocurre muy escasamente. Una brutal operación ideológica del Estado bajo el argumento de “resguardar la intimidad y derechos de la víctima”, para desentenderse del caso y transformar en “privado” algo que es absolutamente generalizado: la violencia y los abusos hacia las mujeres.
Este régimen capitalista, brutalmente violento contra los explotados y los oprimidos, patriarcal y machista, avala esta violencia. Este crimen execrable desnuda la perversión de este sistema, donde el gobierno y sus funcionarios celebran los supuestos avances que significa la creación de organismos y leyes contra la violencia hacia las mujeres, donde la Presidenta dice que espera nombrar mujeres generalas en las FF.AA., donde la ministra Nilda Garré se solaza de haber decretado el respeto a la identidad de género de las personas trans en las fuerzas represivas... y los casos desgarradores como el de Carla, son una realidad cada vez más cotidiana.
Es evidente que no podemos confiar en la justicia que dejó morir a Carla ni en el Estado que avala estas situaciones sin hacer nada serio. Somos las organizaciones de mujeres, sociales y políticas, las organizaciones sindicales combativas y los centros de estudiantes los que tenemos que movilizarnos, con independencia del gobierno y las instituciones del Estado, para exigir la renuncia de los jueces que dieron paso a este crimen aberrante, la derogación de la figura del avenimiento. ¡Basta de violencia contra las mujeres! ¡No queremos ni una Carla más, asesinadas por la violencia machista! |