Con gran repercusión mediática, esta semana se anunció que el Congreso había iniciado el debate por el derecho al aborto. Pero lo que hubo fue apenas una primera audiencia pública en la Comisión de Legislación Penal, presidida por el diputado Juan Carlos Vega (Coalición Cívica), quien ya adelantó que no tiene tomada una posición y pidió que “se dejen de lado ultrismos religiosos y feministas”. “Ultra–lento” el debate, podemos decir… porque se cuentan por millares las mujeres que en todos estos años han muerto por las consecuencias del aborto clandestino. El año pasado –y según cifras oficiales– más del 20% de lo que se denomina “muertes maternas” fueron por abortos inseguros.
“Estoy tranquila, confío en el liderazgo de la Presidente Cristina Fernández de Kirchner”
Estas palabras de la fundamentalista y reaccionaria Cynthia Hotton –la tenaz opositora al matrimonio igualitario, amiga de Cobos y de la fascista Cecilia Pando– sólo subrayan la conocida intransigencia de Cristina Kirchner a legalizar el aborto, en una Argentina donde los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres se ven altamente vulnerados: crecen dramáticamente los índices de embarazo adolescente y de mortalidad materna –que es de 18 mujeres por cada 100 mil nacimientos en Buenos Aires y de 160 en el noroeste del país–, además de venderse más de un millón y medio de comprimidos de la droga abortiva misoprostol –sólo en el circuito legal–, lo que equivale a la realización de casi 400 mil abortos anuales.
La Iglesia subsidiada por el Estado, la misma que encubre abusadores y que apoyó y fue cómplice de la dictadura genocida, actualmente presidida por el cardenal Bergoglio –directamente implicado en la desaparición de sacerdotes durante la dictadura– es la principal opositora al derecho de las mujeres a decidir sobre nuestros cuerpos. Ya vimos cómo su reaccionaria campaña contra el matrimonio igualitario fue derrotada por el inmenso apoyo popular que tuvo esa ley. Si no avanzamos más rápidamente en nuestros derechos y sobre esta derrota de clericales y derechistas, es justamente, porque la presidenta –que gusta hablar de los derechos “del género”– sostiene la misma posición que la Iglesia. No por nada, la Iglesia ya había considerado que Cristina “mostró una mayor sensibilidad religiosa”, que auspicia mejor relación con la Curia.
Apenas una minoría de parlamentarios oficialistas y opositores de la UCR y las lides de Carrió apoyan este proyecto, promovido mayoritariamente por los bloques de la centroizquierda. El puñado de diputados K que apoyan el proyecto, deberán vérselas con Cristina y con la kirchnerista Patricia Fadel, quien adquirió resonancia mediática por los llamados que intercambió recientemente con su amiga Hotton, durante el tratamiento del presupuesto. Fadel, el año pasado, ya se había encargado de recordarle a sus compañeros que la presidenta estaba en contra del derecho al aborto, cuando fue secretaria parlamentaria del bloque K.
Anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir
Como siempre lo decimos, el aborto es punible en la Argentina y, sin embargo, eso no impide que las mujeres interrumpan voluntariamente su embarazo bajo las más diversas circunstancias y razones. Por eso, estar en contra del derecho al aborto no es estar a favor de la vida, sino a favor del aborto clandestino: una realidad que ya existe y que sólo consigue que miles de mujeres sufran problemas de salud y centenares de trabajadoras y desocupadas, las jóvenes más pobres del país, mueran por las consecuencias de esta clandestinidad.
Por eso, Pan y Rosas y el PTS reclaman la inmediata aprobación del proyecto de ley presentado por la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto. Pero estamos convencidos que ni el oficialismo ni la oposición patronal estarán dispuestos a dar un paso adelante por nuestros derechos si no ponemos en marcha un gran movimiento nacional de lucha, en las calles, que exprese la voz de las mayorías –que en todas las encuestas señalan su aprobación del derecho al aborto–, para que la ley se apruebe sin dilaciones. |