Sufrimos una opresión mayor que los hombres
por Celia Martínez, obrera de Brukman
La situación de la mujer trabajadora no es buena. Por ejemplo, en la industria textil la precarización del trabajo y los talleres clandestinos son algo común y extendido. Algo que los grandes fabricantes aprovechan para pagar salarios miserables y explotarnos cada vez más.
A la vez, me parece que los problemas de la mujer trabajadora son parecidos a los que sufrimos las obreras textiles, las trabajadoras domésticas, las que trabajan en las escuelas por el plan de 150 pesos...
Es un sistema precario general que cae sobre la mujer y donde el Estado es cómplice.
La gente sigue con problemas de trabajo y los talleres clandestinos es un sistema esclavo. La mujeres trabajan hacinadas en lugares cerrados, junto con los hijos, tragando pelusa y polvo, en condiciones muy insalubres. Son galpones sin extractores. Trabajan 12 y 15 horas.
Hay muchas jóvenes solteras que por miedo a que las agarre la policía de migración aguantan estas condiciones de esclavitud, y por años están trabajando en estos talleres convirtiéndose en jóvenes viejas con tuberculosis, algo que se ha vuelto común.
Las obreras textiles tenemos problemas en las cervicales, o várices. Muchas tienen problemas en los ovarios y la vejiga porque no las dejan levantarse, no tienen libertad para ir al baño.
Un par de verdades
Tenemos que luchar para vivir dignamente. La clave es la lucha y la denuncia. Hay que salir a denunciar. No hay que tener miedo de hablar con la izquierda; acercarse a un periódico como La Verdad Obrera y decir un par de verdades. Es más difícil vivir toda la vida con esa opresión que salir, denunciar y pelear.
Hay que difundir más los problemas de la mujer trabajadora, y hacer llegar a las fábricas estas cuestiones para que se tome conciencia.
Aunque ahora algunos hombres suelen ayudar y colaboran un poco más, las mujeres sufrimos una opresión mayor que los hombres. Nosotras volvemos a casa y seguimos trabajando: atendiendo a los hijos o nietos; cocinando, limpiando, lavando... Pareciera que es algo que nos corresponde por naturaleza. Pero en algún momento también nos vamos a liberar de eso.
Las mujeres, nadie sabe bien por qué, tenemos salarios más bajos. Tenemos que pelear por igual trabajo igual salario, como decimos en Pan y Rosas. Para luchar contra la precarización laboral, el trabajo esclavo y en negro; para poder vencer a patrones y gobierno, la unidad de la clase obrera, la unidad de efectivos y contratados, es fundamental.
Nosotras en Brukman tuvimos la voluntad de luchar y sobre todo de unirnos a otros luchadores, a los partidos de izquierda, a los trabajadores desocupados, a las asambleas populares. Sin este apoyo y unidad nosotras no hubiéramos logrado mucho. Realmente la lucha fue de todos, no solamente de las obreras de Brukman; fue la lucha del pueblo.
La lucha contra la precarización laboral debe ser la lucha de todo el pueblo trabajador.
Es vital organizarse contra la flexibilización y el fraude laboral
por Catalina Balaguer Delegada congresal del STIA (Sindicato de Trabajadores de la Industria de Alimentación)
Las fábricas del gremio de alimentación en su mayoría están compuestas por un nutrido plantel de mujeres. Hoy en PepsiCo no es así, ya que después de llevar adelante la lucha por las compañeras contratadas en el 2002 la empresa toma sólo varones.
Si bien las empresas alimenticias han mantenido y en muchos casos aumentado sus ganancias, esto es en base a mayores ritmos de producción que agravan las condiciones en las que se encuentran los trabajadores. La incorporación de personal temporario, contratado, está a la orden del día. Cientos de trabajadoras pasan por las empresas por unos meses, o en otras son contratados por uno o dos años como por ejemplo en Bonafide, Felfort, Fargo... por nombrar algunas.
La problemática de la mujer trabajadora no es sólo en el trabajo, ya que llegamos a casa y seguimos trabajando. Muchas compañeras tienen que trabajar muchas horas extra, los fines de semana y los feriados para llegar a un salario que les permita vivir, luego vienen los reclamos de los hijos de que nunca estamos, etc.
La lucha por las trabajadoras contratadas y embarazadas
La lucha por recuperar derechos perdidos, como exigir mejores condiciones de trabajo es algo que está vivo. A las empresas les gusta incorporar mujeres pero a la hora de hacerse cargo de lo que tiene que ver con el derecho a la salud, al jardín maternal, por citar algunos de los casos que repercuten en la vida de las trabajadoras, brillan por su ausencia.
Mi despido en junio de 2002 fue producto de esos reclamos, pero lo más importante fue que la empresa despide a más de 100 compañeras producto de un fraude laboral. Las compañeras estaban dispuestas a dar la pelea pero la empresa con la complicidad del sindicato traicionó esta lucha considerando que como eran contratadas no tenían ningún derecho a reclamar nada. Después vinieron las persecuciones por parte de la empresa para despedir a todos aquellos que fuimos los impulsores de esa lucha.
Propuesta política
Las trabajadoras debemos organizarnos, juntarnos e intercambiar opiniones, y junto a nuestros compañeros intervenir más activamente en las cuestiones sindicales y políticas. Tenemos que unirnos a las/os compañeras/os contratadas/os en primer lugar para terminar con las divisiones que imponen los patrones, la burocracia y el gobierno. Es vital para que denunciemos la flexibilización que sufrimos, generar acciones contra las leyes del menemismo que hoy siguen vigentes como las de los de accidentes de trabajo, las que permiten miles de contratos basura, etc. Les propongo a las compañeras tomar juntas la propuesta de la campaña que estamos impulsando con el CeProDH contra la precarización laboral.
Vida en negro
por Andrea D"Atri
Mientras la burocracia y el gobierno imponen el tope del 19% para los aumentos de salario, lo cierto es que hay 5 millones de trabajadores para los que incluso ese aumento es sólo un sueño. Son 5 millones de trabajadores que carecen de un seguro para accidentes laborales, cobertura médica y aportes para su futura jubilación; no cobran vacaciones ni aguinaldo, no tienen derecho a ser indemnizados cuando son despedidos y sus salarios no alcanzan ni siquiera el básico: la mayoría son mujeres de todas las edades y jóvenes de ambos sexos.
Si tomamos en cuenta sólo a las mujeres trabajadoras, nos encontramos con que más de la mitad trabaja en negro, casi un 54% contra un 43% de los varones. La mayoría de estas trabajadoras precarizadas son empleadas domésticas; aunque en esta misma situación se encuentran cuatro de cada diez trabajadores de la industria y la mitad de los empleados de comercio. Además, las mujeres siguen cobrando salarios que son un 32% menores que los salarios de los trabajadores varones.
A sus tareas en la fábrica, la empresa o el hogar de otra familia, hay que agregar el cuidado de los niños y los ancianos de la familia y las tareas domésticas del propio hogar que siguen recayendo sobre sus espaldas, en una doble jornada laboral. A las trabajadoras en negro, tampoco se les respetan las licencias por maternidad o lactancia y -¡ni siquiera las trabajadoras efectivas cuentan con guarderías y jardines maternales gratuitos en las fábricas y empresas donde trabajan!
Mientras tanto, según un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la violencia en el trabajo aumenta en todo el mundo: intimidación, hostigamiento sistemático (mobbing), amenazas, acoso sexual y hasta homicidios. Los expertos sostienen que estos signos de violencia laboral aparecen asociados a las nuevas situaciones de inestabilidad en el empleo, siendo las mujeres, los inmigrantes y los niños los sectores más vulnerables a sufrir esta situación. |