La noticia de la suspensión de lo que iba a ser el primer matrimonio homosexual en América Latina corrió como reguero de pólvora. Decenas de miles de personas vieron en los medios de comunicación cómo la planificada boda de Alex Freyre y José María Di Bello devenía en un acto de protesta en reclamo de que se apruebe el matrimonio entre parejas del mismo sexo. Pero todo lo que sucedió estuvo lejos de las expectativas de la comunidad GLTTB y de todos/as los que defendemos las libertades democráticas elementales. Macri, que quiso hacer algo de demagogia “progre” aceptando un primer fallo de una jueza de la Ciudad avalando el matrimonio –como salidera del escándalo del espionaje– terminó acatando la orden de una jueza nacional (que se expidió por la apelación de un abogado de la derecha católica) e impidió que se concrete el matrimonio.
En el acto que se realizó el día en que se iba a efectuar el frustrado casamiento, tomó la palabra, entre otras personas, la presidenta del INADI, María José Lubertino, quien se manifestó en contra de la arbitrariedad del gobierno de Macri de evitar que se pueda consagrar la unión, y pidió igualdad ante la ley. Pero la titular del INADI tuvo un “pequeño” olvido: el gobierno al que ella representa, sólo tres semanas atrás, impidió que se aprobara en el Congreso la ley de matrimonio entre parejas del mismo sexo. Todas y todos los diputados del bloque oficialista se subordinaron a la orden divina. Este proyecto bloqueado por el kirchnerismo hubiera resuelto el asunto en forma sencilla, ya que con la Ley todos los jueces estarían obligados a permitir el matrimonio entre dos personas no importando su identidad o elección sexual.
Macri con Michetti y Bergoglio, Cristina Fernández con Benedicto XVI
Macri intentó salir de la pesadilla de Fino Palacios y Ciro James y pretendió encontrar sus días de gloria progresista –acorde con una ciudad “gay friendly” sinónimo de millones de dólares anuales por turismo– avalando este matrimonio gay. Pero el amor (a la Iglesia) es más fuerte. La Michetti, confesa confesora del cardenal Bergoglio al igual que Lilita Carrió, terminó imponiendo su impronta: nada de derechos para quienes optan por ejercer su sexualidad por fuera de lo que marca el catecismo.
Los representantes K en la Ciudad quisieron hacer leña del árbol caído ubicándose por izquierda al derechista Macri. Pero lo cierto es que la presidenta acaba de entrevistarse con Benedicto XVI, cajoneó el proyecto de ley de matrimonio entre personas del mismo sexo, y mantiene la ilegalidad del aborto que provoca cientos de muertes de mujeres pobres y jóvenes por año en nuestro país, entre otras perlitas democráticas del progresismo (clerical) argentino. El doble discurso de los y las kirchneristas no tiene límites.
Ninguna confianza en quienes cercenan nuestros derechos
Durante el tratamiento parlamentario de la, hasta hoy fracasada, Ley que permitiría el matrimonio entre parejas del mismo sexo, organizaciones como la CHA o la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans (FALGBT) no se propusieron hacer ninguna acción seria para imponer esta elemental demanda. Confiaron a ciegas en los dichos de ministros y diputados en que la Ley salía “sí o sí”. La realidad demostró lo contrario. A las semanas muchos y muchas creían que Macri, más allá de sus posiciones en otros temas, era un garante para que se pudiera concretar este derecho en Buenos Aires. También la realidad demostró, una vez más, lo contrario.
Quienes luchamos por los más amplios derechos democráticos para todos/as, debemos saber que ni los kirchneristas, ni las diversas alas del PJ, ni los macristas, ni los radicales bregan por estos. Por el contrario, todos son partidarios que el Estado se inmiscuya en las relaciones entre las personas discriminando entre unas y otras. Todos se subordinan a los dictados del Vaticano. Hoy, en pos de su subordinación a la Iglesia, rompen hasta con el precepto burgués de que todos/as somos iguales ante la Ley (más allá de lo que opinemos con respecto a la institución matrimonial tutelada por el Estado).
Todo lo que hemos conseguido, incluso que se esté discutiendo a nivel nacional esta cuestión, ha sido producto de la lucha y la movilización de las y los miles que a lo largo y ancho del país peleamos por la libertad sexual y los plenos derechos para quienes eligen tener parejas de su mismo sexo. Para poder conquistar estas demandas, está planteado que las organizaciones sociales, políticas, de mujeres, estudiantiles y de derechos humanos redoblemos la más amplia movilización para exigir la aprobación YA, sin dilaciones de ningún tipo, del matrimonio entre parejas del mismo sexo. Junto a este reclamo, tenemos que plantear que no haya ni un solo compañero/a que sea discriminado por su opción sexual. Basta de discriminación laboral. Basta de persecución y represión policial. Fuera la Iglesia de nuestras vidas, separación de la Iglesia del Estado. |