El viernes pasado, tras un nuevo ultimátum de Zelaya sin eco entre los golpistas, el equipo negociador del presidente depuesto dio por concluido el denominado Diálogo Guaymuras. A cuatro meses de haber secuestrado y expulsado del país al presidente Manuel Zelaya, el régimen golpista encabezado por Roberto Micheletti y el propio presidente depuesto habían alcanzado varios acuerdos. Este último –que ya había aceptado casi la totalidad de los puntos exigidos por los golpistas en el diálogo- llegó, incluso, a barajar la posibilidad de ser restituido después de las elecciones fraudulentas. Sin embargo, la intransigencia de los golpistas sobre lo concerniente a su restitución volvió a empantanar la situación. En el marco de este nuevo impasse en las conversaciones y cuando se cumplen cuatro meses del golpe, arribaron a Tegucigalpa, Thomas Shannon –secretario de Estado adjunto para América Latina de EE.UU.- y Dan Restrepo –consejero adjunto de Seguridad Nacional de la Casa Blanca. Después de la visita de la OEA, que se retiró la semana pasada sin resultados, llega esta nueva misión para presionar por un acuerdo que selle la crisis abierta por el golpe cívico militar. Las misiones de EE.UU. y la OEA no tienen otro objetivo que el de dar la estocada final para cerrar un acuerdo reaccionario en el que la restitución de Zelaya termine avalando el resultado electoral fraudulento, legitimando al régimen golpista. |
¿Cuál es la situación de las negociaciones entre Zelaya y los golpistas?
Como habrán podido ver en los medios, el viernes pasado la comisión de Zelaya dio por concluidas las negociaciones del llamado Diálogo Guaymuras. Las comisiones de ambas partes habían alcanzado varios acuerdos pero, finalmente, se volvió a trabar el diálogo en torno a la restitución de Zelaya. Y, aunque la prensa golpista hondureña endilga este resultado a la intransigencia de los zelayistas, lo cierto es que Zelaya es quien viene aceptando todas las exigencias puestas por los golpistas en la mesa de negociaciones. Por empezar, aceptando este diálogo aún cuando todavía había estado de sitio; pero aceptando además las exigencias de marchar hacia un gobierno de unidad nacional, impunidad para los golpistas y la renuncia a convocar a una asamblea constituyente. A pesar de todas estas concesiones, los golpistas siguen siendo reacios a aceptar la restitución de Zelaya y, hasta hoy, mantienen la propuesta de un gobierno de transición, encabezado por una tercera persona, es decir, que no sean Zelaya ni Micheletti.
Después de cuatro meses, los resultados de la vía negociadora –auspiciada por la OEA, el imperialismo y los gobiernos de la región- muestran que el diálogo sólo ha servido para fortalecer a los golpistas. Y, aunque en un principio varios gobiernos habían dicho que desconocerían el resultado de las próximas elecciones del 29/11, a medida que pasa el tiempo y se acercan los comicios, algunos ya empiezan a matizar su repudio al fraude electoral. Hace un mes, por ejemplo, en la asamblea de emergencia de la OEA, tanto EE.UU. como otros países se abstuvieron de definir cuál será su posición sobre el resultado de las próximas elecciones, dejando abierta la posibilidad de brindarle legitimidad internacional.
Entre el diálogo y la represión, los golpistas avanzan en la campaña electoral, ¿no es así?
Lo que se intenta imponer es un clima de normalidad y encauzar todo hacia las elecciones fraudulentas de fines de noviembre. Y, aunque se ha levantado formalmente el estado de sitio, la represión se mantiene. El ejemplo más reciente es la masacre en la colonia Ramón Amaya Amador, donde cuatro jóvenes fueron ultimados a balazos desde unas motocicletas; un crimen que la prensa trató de vincular con supuestos ajustes de cuenta entre delincuentes, pero que nadie cree así, ya que dos de los asesinados eran hermanos y tenían una barbería en el barrio, el tercero era un obrero amigo de los anteriores y el cuarto, fue asesinado por haber pasado por el lugar y presenciar el hecho. Además, algunos de ellos eran hijos de una conocida activista antigolpista y este barrio, ubicado al oriente de Tegucigalpa, se ha destacado por su resistencia.
En los últimos días, además, en circunstancias no esclarecidas, fueron asesinados el sobrino de Micheletti, un coronel de las Fuerzas Armadas y también fue secuestrado el empresario y político Alfredo Jalil, que es el padre del viceministro de Defensa del régimen golpista. Todo lo cual, en el marco de la represión selectiva contra la resistencia, puede ser utilizado por el mismo régimen para desatar una verdadera “caza de brujas” contra el activismo antigolpista. Por eso, la insistencia de Zelaya en la resistencia “pacífica” y a confiar en una salida negociada, no hace otra cosa que desarticular cualquier posibilidad de respuesta de la resistencia hondureña y promover la desmovilización.
¿Qué perspectivas se plantean en esta situación?
Me parece que lo que venimos viendo en cada ronda de negociación es que, en todos los casos, es el régimen golpista el que sale fortalecido. Es decir que los acuerdos son una variante que, los sectores que se vienen movilizando contra el golpe, sufriendo la represión, no deben aceptar. Las trabajadoras y trabajadores del magisterio, los sindicatos que están en la resistencia, la juventud de la universidad y de los barrios, las mujeres y el pueblo que se movilizan contra el golpe no obtendrán, en estos diálogos, ninguna respuesta a sus demandas. Por eso hay que redoblar las movilizaciones y el apoyo al pueblo hondureño contra esta trampa de la negociación y la salida electoral fraudulenta, que no busca otra cosa que salvaguardar el oligárquico régimen político hondureño. Para eso, es necesario que el Frente Nacional de la Resistencia rompa definitivamente con cualquier expectativa en el diálogo y retome el camino de la lucha y la movilización en las calles, en la perspectiva de organizar el boicot activo a estas elecciones. Y es indispensable que, en nuestros respectivos países, redoblemos la movilización en apoyo a la lucha del pueblo hondureño. |