Con los primeros soles de primavera, finalizando el invierno, familias completas están a la espectativa de los recientes verdes que se visualizan en las chacras. Es signo de que la temporada de trabajo se aproxima, luego de un invierno que parece interminable, cuando se vive con algunos pesos que resultan de alguna changa.
Esta semana la última de Agosto se vive con mayor angustia que inviernos pasados, porque llegamos con las últimas reservas, el alquiler en deuda, la vida más cara, las tarjetas absolutamente cargadas, lo que siempre se estira ya se agotó y todo está ahi, a la espera del inicio de la temporada.
Es la misma situación de la mayoría de las familias del barrio y la falta de trabajo, lo que llevó a todos a estar ahi. De un momento a otro todos caminaban en una misma dirección, hacia un terreno que es un basural solitario y desolado que yace a un costado de la vida.
Cientos de personas colmaron el lugar. Mujeres, niños, jóvenes y ancianos unidos por una esperanza, el sueño de la vivienda propia, midiendo en forma equitativa lo que en la mente de todos se dilusidaba; las dos aguas, el patio, la vereda y las calles. Todos permaneciendo en las carpas, fogones; esperando una respuesta que no llega, mientras millones de pesos se destinan a subdiar un espectáculo anéstesico como el fútbol y a empresarios que obtienen ganacias extraordinarias al tiempo que las condiciones laborales nuestras ya ni siquiera son precarias porque no hay trabajo.
En tanto que para ellos si y para nosotros no, una orden judicial viene en el medio de la noche acompañada por un escuadrón policial y de gendarmería, para disuadir a las familias de su decisión.
Al cabo de unas horas volver con los dientes y el pecho apretado indican que todo terminó. La ilusión de las dos aguas se esfumó con las cenizas del fogón dispersas en la nada.
Los días siguientes transcurrirán con la impotencia en el ambiente. Grupos de mujeres no se resignarán y se aferrarán a la tierra con sus hijos y lo intentarán otra vez, para denunciar que no están cubiertos ni los mínimos derechos y que pretenden criminalizar nuestra pobreza tratando de ocultarnos, negándonos nuestros derechos. |