Terminada la Segunda Guerra Mundial, las mujeres "que se habían incorporado de lleno a la producción social mientras los hombres se encontraban combatiendo en el frente y se negaron a retirarse de los puestos de trabajo conquistados durante la contienda- comienzan a reclamar "igual salario por igual trabajo." Aunque era una reglamentación que ya existía en varios países, no se cumplía.
Todavía en 1975, a nivel mundial, la diferencia entre los salarios masculinos y femeninos oscilaba entre el 25% y 30%. En esa década, dos organizaciones de mujeres norteamericanas llevaron adelante una lucha por este reclamo y obtuvieron una gran conquista: obligaron a las compañías de telégrafos y teléfonos a pagar las diferencias retroactivas de salario "en relación con el salario masculino- que les correspondía a las trabajadoras mujeres. -¡Una cifra que alcanzó a varios millones de dólares!
Hoy, más de treinta años después, la demanda "a igual trabajo, igual salario" se mantiene vigente. Si bien las mujeres hemos adquirido una mayor calificación para ingresar al mercado laboral, en iguales trabajos que los hombres, nuestros salarios siguen siendo más bajos. En parte es así porque, aunque la tendencia es a la incorporación cada vez mayor de mujeres en el mundo productivo, lo cierto es que nuestros empleos siempre son los de menor calificación y pertenecen a sectores de la industria donde la precarización laboral es moneda corriente.
Otra cuestión que influye en los salarios, y que sólo sufrimos las mujeres, es la discriminación por maternidad. Algunos estudios revelan la "influencia de la maternidad en la congelación de los salarios." Es que la brecha salarial entre el hombre y la mujer se consolida alrededor de los treinta años, cuando las mujeres mayoritariamente somos madres, por la licencia o el retiro del mercado laboral, perdemos la oportunidad de obtener un crecimiento salarial o mayor promoción a otros puestos mejor calificados. A la hora de contar la "antigüedad", también sufrimos estas consecuencias. Los empresarios no nos quieren embarazadas o con hijos, pero después, cuando retomamos nuestra inserción laboral, el tiempo de embarazo, crianza y dedicación a nuestra familia nos juega en contra a la hora de tener un trabajo y un salario acorde a nuestros años de experiencia laboral. -¡Pero si no abandonamos nuestras carreras y nuestros trabajos para atender a nuestra familia nos consideran "malas madres"!
Y claro... nunca tenemos los servicios necesarios para hacer las dos cosas al mismo tiempo: guarderías, lavaderos y comedores comunitarios, etc.
La demanda de "igual salario por igual trabajo" tiene plena vigencia en este siglo. Y no solamente afecta mayoritariamente a las mujeres. La diferencia de salarios por igual trabajo es una manera más en que los capitalistas dividen al proletariado: entre efectivos y contratados, nativos e inmigrantes, mayores y jóvenes. Por eso, toda la clase obrera debe pelear unida por esta demanda, para que no "dividan y reinen" los patrones, manteniendo desunidas nuestras filas.
Hoy es necesario poner en pie un gran movimiento de lucha por los derechos de las mujeres trabajadoras que, entre otras reivindicaciones, también plantee -¡igual salario por igual trabajo! |