ACERCA DE LAS MISÓGINAS DECLARACIONES DE UNA "ESPECIALISTA EN VIOLENCIA"
Violencia y valentía
Por Marcela Lima, trabajadora social (Pan y Rosas, Neuquén) y Romina Schmuck, abogada (CeProDH, Neuquén)
Miles de mujeres vimos a Graciela Aguirre en los medios de comunicación luego de su absolución en el juicio que se le siguió por haber matado a su marido. Graciela fue víctima, durante años, de torturas físicas y psicológicas como millones de mujeres en el país y en el mundo. Y, seguramente, como lo mencionan todas las víctimas de violencia como Graciela, "sintió" que la muerte convivía con ella cotidianamente.
Graciela ahora está como tiene que estar: en libertad, con sus hijos, intentando escribir una nueva historia, tarea que seguramente no le será sencilla.
Cuando nadie escucha la desesperación de una mujer
Graciela Aguirre carga aun con años de violencia que quedaron impresos en sus recuerdos y los de sus hijos, que la llevaron a una situación extrema e inesperada, a ser procesada, juzgada y ahora revictimizada por una mujer que se dice especialista en violencia.
Porque la abogada Liliana González, presidenta del Centro de Prevención y Asistencia a la Violencia Familiar acaba de declarar en los medios por qué si Graciela Aguirre "tuvo la valentía de clavarle un puñal al marido, no tuvo la valentía para irse de la casa." -¡Que cínica esta "especialista"? -¿Es por valentía que las mujeres clavan puñales a los abusadores y golpeadores?
Esta supuesta "especialista en violencia familiar" confunde valentía con desesperación. Quizás para no reconocer abiertamente que, pese a las instituciones y programas del Estado y las múltiples iniciativas privadas, las víctimas de la violencia no dejan de padecerla, con sus fatales consecuencias.
La violencia hacia las mujeres en el ámbito del hogar destruye la seguridad en ellas mismas, su autoestima, su capacidad de autonomía y las llena de miedo. Los tratamientos y las denuncias de las que habla González no sirven de nada para estas mujeres, si no van acompañados de verdaderas posibilidades de cambiar sus vidas radicalmente.
Ni siquiera un mísero paliativo
Liliana González se pregunta si "nadie le dijo (a Aguirre) en ocho años que tenía que hacer la denuncia en el fuero civil, para que le brindaran el apoyo psicológico y legal adecuado para poder salir de esa situación con sus hijos."
Quizás tampoco sabe que muchas mujeres, como sucede en nuestra provincia de Neuquén, piden exclusiones del hogar confiadas en que la Justicia y el Estado las van a proteger, sin saber que después nadie les garantizará que los agresores no volverán a molestarlas en la noche y no irán a prender fuego a sus casillas de cantones y chapas o a meterse por las ventanas como ha sucedido en más de una oportunidad.
Y además, la "especialista" sugiere como salida a las mujeres víctimas "recurrir a especialistas en el tema, ya que hoy en día existen numerosos lugares que brindan apoyo especializado." Se ve que Liliana González tampoco sabe que las trabajadoras de esos centros de ayuda de los que habla estamos desbordadas por las situaciones que llegan a diario, pese a que contamos con estudios y preparación especializada en el área. -¿Sabe Liliana González que las trabajadoras de la salud, de los centros de desarrollo sociales, de los ministerios y secretarías no pueden hacer nada frente a la falta de recursos concretos como trabajo, viviendas, ayudas económicas para auxiliar, mínimamente, a esas mujeres victimas de violencia? -¿Y sabrá que las trabajadoras "en su mayoría, mujeres-, asistentes sociales, psicólogas y operadoras están desempeñándose bajo "contratos basura" y salarios irrisorios, que también son violencia?
Los tratamientos y las denuncias solas no ayudan a las mujeres. Necesitan, además, concretar una vida autónoma, y esto empieza por contar con vivienda, trabajo, salud y educación, un salario acorde a la canasta familiar. Sólo para empezar a hablar de algún paliativo a tanto sufrimiento personal. Pero ni siquiera esto elimina la violencia que es intrínseca a este sistema en el que vivimos, basado en la explotación y la opresión de millones de seres humanos.
No tenemos más paciencia
Liliana González dice estar preocupada porque muchas personas "aplauden" a Graciela Aguirre. Nadie "aplaude" a Graciela. Son muy dañinos estos comentarios irresponsables, porque ni las víctimas de violencia, ni las que trabajamos cotidianamente en esta problemática creemos que la vida y el sufrimiento que padeció Graciela se resuelve con la muerte de su marido, ni con esta sentencia favorable a ella.
En Neuquén, tanto como a nivel nacional, el gobierno se escuda en la crisis económica internacional para decir que "no hay plata" que pueda destinarse a los programas contra la violencia hacia las mujeres. Pero durante todos estos años de crecimiento económico de los que se jacta la presidenta, no se avanzó en mejorar mínimamente las condiciones de vida y garantizar ni siquiera los más mínimos derechos elementales de las mujeres.
A las trabajadoras del área, nos piden que seamos pacientes mientras vemos cómo decenas de jóvenes y adolescentes creen escapar de la violencia y la pobreza de sus hogares, detrás de algún "novio" que las introduce en un nuevo mundo de abusos, horrores, esclavitud sexual, etc. Sabemos de cientos de otras mujeres que son secuestradas para los mismos fines y nuestra región es tristemente célebre por los femicidios que quedan impunes. Vemos cómo las mujeres, cansadas de la violencia, no encuentran verdaderamente otra perspectiva y se ven obligadas a seguir tolerando los padecimientos impuestos por sus allegados más íntimos.
La otra cara de la misma moneda
El mismo día que Graciela Aguirre conseguía su libertad, en Chubut, se condenaba a Valeria Pérez Aquino, por homicidio simple. El caso presenta enormes similitudes con el de Graciela . Hacía veintisiete años que Valeria soportaba la violencia de su marido, la que le ha dejado marcas en su cuerpo y en su vida. Valeria espera la resolución de una condena de entre 8 y 25 años de prisión.
Parafraseando las palabras de la abogada Liliana González, no sabemos si Valeria habrá hecho alguna denuncia antes, en el fuero civil o en el fuero penal? lo que sí se sabe y se desnudó en el juicio es que Valeria es de origen boliviano, su lengua es el quechua y sólo conoce pocas palabras en castellano. Valeria, además, tiene un hijo discapacitado y tenía terror de que su marido le hiciera algo a ella o a su hijo. -¿Qué habrían hecho con su denuncia si ella la hubiera formulado? En nuestro país, las mujeres bolivianas son discriminadas, muchas viven en condiciones de clandestinidad, esclavizadas en talleres de costura en los que sobreviven con sus hijos, trabajando de sol a sol. Otras migran para las épocas de zafra y cosechas, esperando ayudar a las familias que quedaron en su tierra, con los míseros salarios que les pagan después de extenuantes jornadas. -¿Qué podía esperar Valeria Pérez Aquino de una policía asesina, implicada en las redes de trata y prostitución, que reprime salvajemente a los luchadores, que tiene el "gatillo fácil" para los hijos de todas las "Valerias" de nuestros barrios pobres?
-¡Basta de violencia contra las mujeres! -¡Basta de explotación y opresión!
Por eso, quienes integramos la agrupación de mujeres Pan y Rosas exigimos, para paliar la situación que sufren actualmente miles de mujeres, refugios u hogares transitorios para las víctimas de violencia y sus hijos, garantizados por el Estado y bajo control de las propias interesadas, organizaciones de mujeres y trabajadoras, con gabinetes de profesionales y especialistas, sin presencia policial ni judicial. En nuestros lugares de trabajo y en los sindicatos, promovemos la creación de comisiones de mujeres, independientes de las patronales, que se ocupen de los casos de acoso sexual o laboral y discriminación hacia las trabajadoras. Exigimos, también, subsidios acordes a la canasta familiar para las víctimas de violencia que estén desocupadas, acceso a la vivienda y trabajo para todas; licencias pagas para las trabajadoras que atraviesan una situación de violencia, con atención en salud cubierta íntegramente por la patronal y las obras sociales.
Pero sostenemos firmemente que no podrá acabarse con la violencia hacia las mujeres en tanto persista este sistema basado en la miseria, la inequidad y las condiciones aberrantes de existencia impuestas a millones de seres humanos por los intereses de una minoría parasitaria y sedienta de ganancias. La salida a tanta violencia, por eso, no es individual. Para terminar con la milenaria opresión de la mujer, de la que el capitalismo se ha valido para ejercer su dominio, tenemos que organizarnos, junto a nuestros compañeros varones, para terminar con él.
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