8 DE MARZO – DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER
NOSOTRAS, las que no estamos en su agenda
Apenas dos semanas después de la masacre de Once, conmemoramos el Día Internacional de la Mujer, un día de lucha que para nosotras empieza con un grito de ¡Justicia! para las 29 mujeres adultas, jóvenes y niñas que murieron en esa tragedia anunciada.
Apenas dos semanas después de la masacre de Once, conmemoramos el Día Internacional de la Mujer, un día de lucha que para nosotras empieza con un grito de ¡Justicia! para las 29 mujeres adultas, jóvenes y niñas que murieron en esa tragedia anunciada. Por todas, las 51 víctimas fatales, los 703 heridos y sus familias, exigimos juicio y castigo a todos los responsables operativos y políticos de este asesinato y la formación de una comisión investigadora independiente del Estado, integrada por trabajadores y usuarios, para investigar realmente lo que pasó, porque no confiamos en esta justicia.
Algunas de esas mujeres eran inmigrantes; todas eran madres, hermanas, hijas de familias trabajadoras y pobres del conurbano. Eran empleadas de comercio, enfermeras, trabajadoras domésticas, estudiantes y maestras. Eran mujeres como nosotras, las que trabajamos en las peores condiciones, las que engrosamos las filas de los trabajadores precarizados y con los salarios más bajos o que hacemos malabares para dar de comer a nuestros hijos con subsidios y planes. Las mujeres que murieron trágicamente en la masacre de Once son iguales a millones de mujeres que, antes y después de ese día, deberemos volver a subir a los trenes con ventanas rotas, con puertas que no cierran, con frenos que no funcionan. Volveremos a subir, apretando los dientes y juntando bronca por tener que viajar ahogándonos en el apretujamiento de una multitud de trabajadores que puja por llegar a tiempo, acicateados por la patronal que impuso el disciplinamiento del “premio”, ¡como si el salario fuera un “premio”, benéficamente otorgado por obscenos ricachones!
Millones de mujeres que, en distintos rincones del país, escuchamos con la sangre hirviendo de rabia que la presidenta dice que las maestras trabajan pocas horas y tienen muchas vacaciones. Mujeres que somos maestras o somos las madres de los niños que van a la escuela y sabemos que las maestras no enseñan sólo a leer y a escribir, sino que atienden a los que llegan mal nutridos y con zapatillas rotas, se agotan hasta enfermarse en las aulas y tienen que salir a pelear por un salario que apenas llega a ser el 10% de lo que cobra un diputado.
Jóvenes y adolescentes que lloramos junto a la mamá de Lucas Menghini, pero no sólo por la tristeza de encontrar a su hijo muerto en un vagón del tren de TBA, sino también por el odio que despertaron las palabras de la ministra de Seguridad, responsabilizando por su muerte al propio joven asesinado por la desidia, la corrupción, la falta de inversión y la connivencia entre el gobierno y la empresa ferroviaria. Las mujeres que soportamos los gases y las balas de goma de la represión policial cuando enfrentamos a las empresas extranjeras que vienen a expoliar nuestros recursos y contaminar nuestras aguas y nuestro aire con la megaminería. Las jóvenes que corremos el riesgo de ser secuestradas por las redes de trata, en las que conviven mafiosos proxenetas, policías, políticos y funcionarios. Las que corremos los mayores riesgos para nuestra salud cuando decidimos interrumpir un embarazo y ponemos en juego nuestras vidas en los abortos clandestinos.
El 8 de marzo es nuestro día. No tenemos nada que festejar. El capitalismo, sus gobiernos y este régimen que es democrático sólo para los ricos, nos impiden disfrutar de las bellezas y bondades de la vida. Y tenemos muchos derechos por conquistar con nuestra lucha. Por eso te invitamos a organizarte con nosotras, para exigir juntas nuestro derecho al pan, pero también a las rosas.
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