La historia de Eli Díaz vuelve a ser noticia en estos días por todos los medios de comunicación. Es porque en su caso, un “emblema de la lucha de las mujeres contra los abusos”-como lo han denominado muchos medios- hemos logrado todas las mujeres un paso adelante importante: que el máximo tribunal de la provincia -que no se caracteriza por resoluciones progresistas- ha fallado a favor de Eli, confirmando su absolución[1].

Eli, quien luego de la enorme valentía que demostró poniéndose de pié luego del horror que vivió y llevando adelante una lucha incansable, junto a todas las organizaciones que la acompañamos y fuimos parte activa de su defensa, ha declarado “ahora me siento más libre”... Demostrando de esta forma, que ésta es la única vía para que las mujeres avancemos en la conquista por nuestros derechos, organizándonos y movilizándonos sin tener ninguna confianza en la justicia ni en las instituciones del Estado capitalista patriarcal que día a día oprime a las mujeres y sectores explotados.

Teniendo en cuenta que en Argentina Romina Tejerina está condenada a 14 años de prisión por sentencia confirmada por la C.S.J.N., y que ni siquiera hemos logrado que el aborto sea legal para casos como éstos, de violaciones, sabíamos que para poder conquistar algún derecho teníamos que luchar, que nada podríamos lograr esperando pasivamente alguna solución de algún/a juez progresista, o que saliera ninguna ley. Porque aunque la presidenta haya comenzado su mandato hablando de “el siglo de las mujeres”, es evidente que el hecho de “ocupar espacios” en este Estado no es garantía ni solución de los brutales problemas de opresión que vivimos las mujeres y sobre todo las de los sectores más empobrecidos, al contrario.

Eli obtuvo la libertad, la condena a su violador, y ahora la confirmación de su absolución, no porque se lo haya regalado nadie, ni fruto de casualidades, sino porque jamás bajó los brazos, por la importante movilización de su pueblo -San Javier- en su momento, y porque luego continuamos impulsando esa movilización desde el Ce.Pro.D.H., Pan y Rosas y otras organizaciones en Córdoba capital -cuando el juicio se trasladó aquí- buscando apoyo, solidaridades, difundiendo el caso nacionalmente y por sobre todo sabiendo que nada se podía mendigar a esta justicia, que tiene a Romina tras las rejas (y muchas otras mujeres que no se conocen).

Creemos que este paso debe servir de gran impulso para seguir luchando por la libertad de Romina en todo el país, fortaleciendo una campaña nacional, y por los derechos de todas las mujeres que sufren la explotación y opresión de este sistema. Desde el CEPRODH, junto a las compañeras de Pan y Rosas, vamos a seguir peleando en esta perspectiva, y llamamos a todas las mujeres trabajadoras, amas de casa, estudiantes y jóvenes a acompañarnos en esta pelea, para que seamos cada vez más las mujeres que digamos: ¡Basta!