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Paro Internacional de Mujeres. 8 de marzo: a las mujeres nos sobran los motivos para volver a las calles

Este 8 de marzo, en todo el mundo, millones de personas saldrán a las calles en apoyo a los reclamos más elementales por los que peleamos hace tiempo. Nuestra historia, marcada por la lucha de heroicas mujeres, cobrará un nuevo impulso. En Argentina, también nos preparamos para que nuestro grito de #NiUnaMenos se escuche en todo el país.

Luego de las masivas movilizaciones por #NiUnaMenos del 3 de junio de 2015 y de 2016, el femicidio de Lucía Pérez en la ciudad de Mar del Plata volvió a desatar la bronca. Fue así que el 19 de octubre pasado, una fuerza arrolladora hizo oír la denuncia a la impunidad que garantizan la justicia y las fuerzas represivas del Estado, e instaló la exigencia al gobierno nacional y a los gobiernos provinciales de medidas urgentes y elementales contra la violencia machista.

Esa enorme manifestación del 19O demostró el poder de convocatoria que tienen los reclamos de las mujeres, volviendo a ganar la adhesión de miles de hombres que acompañaron la exigencia de un paro a las centrales sindicales y también se movilizaron para apoyar nuestra lucha.

Denunciar la violencia, organizarse y pelear por los derechos que nos niegan, comenzó a convertirse en un método de lucha para muchas mujeres, que hoy también se animan a decir “basta” y quieren volver a las calles para arrancar sus demandas, porque los asesinos de Melina Romero, de Sandra Gamboa y de tantas otras mujeres todavía están impunes y porque ya hay un femicidio cada 18 horas en el país. Porque Belén fue criminalizada por la justicia y todavía no fue absuelta, y porque como denunciamos desde las bancas del Frente de Izquierda, los partidos mayoritarios están llenos de diputados y funcionarios que se sacaron la foto diciendo #NiUnaMenos, pero en el Congreso siguen negando a las mujeres el derecho a no morir por aborto clandestino, que se cobra la vida de 300 jóvenes pobres cada año.

Quieren volver a las calles porque a Higui la violaron “por lesbiana” y, cuando osó defenderse de sus diez agresores, la metieron presa; porque las personas trans siguen sin acceder siquiera al cupo laboral; y porque se sigue financiando con la plata del Estado a la Iglesia Católica, que encubre curas abusadores y cómplices del terrorismo de Estado, mientras nos sermonea y destila su veneno contra la identidad de género, el feminismo o la educación sexual integral. Porque en vez de declarar que estamos ante una situación de emergencia en violencia de género, como propusimos con Nicolás del Caño en un proyecto de ley, el macrismo recorta el ya escaso presupuesto que se destinaba a la atención y la prevención de este flagelo.

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La enorme mayoría de las mujeres sufre la política de ajuste, persecución y despidos del gobierno nacional y los gobiernos provinciales; cobra menos que sus compañeros varones por el mismo trabajo y continúa siendo la amplia mayoría en los puestos más precarios o no registrados. Por eso hoy, junto a sus compañeros, muchas de ellas son protagonistas de las luchas que enfrentan el plan de las patronales, que como en AGR-Clarín, Banghó, Atanor, Canale o la Textil Neuquén, quieren dejar a cientos de familias en la calle.

Para que la tierra tiemble

En la Ciudad de Buenos Aires, la asamblea convocada por el colectivo Ni Una Menos, que integran decenas de organizaciones, llamó a las centrales sindicales a convocar a un paro nacional el 8 de marzo por los derechos de las mujeres. Lo mismo sucedió en casi todas las provincias. Las maestras y maestros de la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires, que se niegan a aceptar un miserable 18% en cuotas de aumento salarial, mostraron rápidamente su apoyo y exigieron a sus sindicatos garantizar la medida. También los sectores antiburocráticos de dependencias estatales, de la alimentación, de las gráficas Zanon y Madygraf bajo gestión obrera, entre otras tantas.

Aunque no pudieron ignorar la exigencia, las conducciones sindicales se las ingeniaron para evitar que el 8 de marzo haya una respuesta contundente ante la situación que vivimos. Tanto la CGT como las dos CTA, de Yasky, Micheli y Godoy, adhirieron a la convocatoria formalmente, sugiriendo “distintas modalidades”, pero sin llamar a parar. Que las direcciones burocráticas convoquen a la huelga en apoyo a las mujeres, efectivamente, es algo que también debemos conquistar con nuestra lucha, desde las bases, debatiendo y votando junto a nuestros compañeros, en asambleas democráticas en cada lugar de trabajo.

Para que este 8 de marzo la tierra tiemble de verdad, necesitamos que se convierta en la expresión de un gran acto de conciencia de miles de mujeres y varones en todo el país. Por eso, mientras peleamos por profundizar la exigencia de un paro efectivo por los derechos de las mujeres, desde Pan y Rosas y el PTS en el Frente de Izquierda impulsamos su más amplia organización, en cada lugar de trabajo, en cada establecimiento educativo y en cada barrio, para que nuestra voz se escuche. Lo hacemos no sólo en Argentina, sino también en cada uno de los países donde Pan y Rosas apuesta a poner en pie un movimiento de mujeres internacionalista, de lucha, que sea capaz de forjar una sólida alianza con la clase trabajadora, los hombres y mujeres explotados por este sistema capitalista y patriarcal, la gran mayoría de la humanidad que no tiene que perder más que sus cadenas.

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Nuestra inspiración viene de heroicas y anónimas mujeres, como las que un 8 de marzo de 1917 se declararon en huelga y tomaron las calles para exigir “¡Pan, Paz y Abajo la autocracia!”, comenzando con el levantamiento que derrocó el régimen zarista e inició la Revolución Rusa. Atacando los intereses de la clase capitalista, esa experiencia, la más grandiosa de la historia de la clase obrera, garantizó derechos tan elementales como el aborto legal, la separación de la Iglesia del Estado, el derecho al divorcio, a escuelas infantiles, lavanderías y restaurantes públicos para terminar con la doble jornada. Derechos por los que hoy, cien años después, seguimos peleando en la mayoría de los países capitalistas. Por eso, porque los motivos nos sobran, este 8 de marzo, volvemos a las calles.


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