Jueves 7 de agosto de 2014

EL CASO DE LA JOVEN OBLIGADA A PROSTITUIRSE POR UN CONOCIDO EMPRESARIO DEL NEGOCIO LUMINARIO

El caso de Paula: una cadena de impunidad contra las mujeres

En los últimos días se dio a conocer la aberrante historia de Paula, la joven abusada desde pequeña y entregada a proxenetas por sus propios padres. A sus cuatro años, en la localidad de Moreno, comenzó a sufrir estos abusos permitidos por su padre, un policía de la Federal, y por su madre, a cambio de dinero. A los seis años fue encontrada en situación de calle y enviada al instituto de menores Borches, en la localidad de Otamendi.

En los últimos días se dio a conocer la aberrante historia de Paula, la joven abusada desde pequeña y entregada a proxenetas por sus propios padres. A sus cuatro años, en la localidad de Moreno, comenzó a sufrir estos abusos permitidos por su padre, un policía de la Federal, y por su madre, a cambio de dinero. A los seis años fue encontrada en situación de calle y enviada al instituto de menores Borches, en la localidad de Otamendi. Allí nadie notó los dos años de violaciones que ya pesaban sobre ella y la devolvieron a su familia. En 2001, a los 14 años, el padre la envió a una casa en Capital donde era abusada por el dueño, al cual no pudo imputarse porque no recuerda siquiera su nombre. Luego fue enviada a prostituirse en dos departamentos, uno en Uruguay 459 y el otro en Gallo 1527. Parte del dinero que obtenían mediante su explotación era enviado a su madre, quien la amenazaba con hacer pesar las consecuencias sobre su hermana pequeña si intentaba escaparse.

Fue allí donde el dueño de una importante empresa de iluminación de eventos, Alberto Eduardo Pampín, comenzó a frecuentar a Paula obligándola a consumir cocaína para luego violarla. La joven contó que en el lugar lo consideraban un “cliente especial” y que “había que atenderlo mejor que a otros porque, además de ir seguido, dejaba una cantidad de dinero importante”.

Esta terrible situación se prolongó durante meses, hasta que Paula se animó a contarle a una profesora lo que le pasaba y fue enviada a la Defensoría de los Derechos de los Niños, Niñas y Adolescentes de Flores y después a un hogar. El 21 de mayo de 2005, y con 17 años, querelló a sus padres, ambos condenados a 10 años, a los dos proxenetas que recibieron 8 años pero uno de ellos continúa prófugo y a Pampín, condenado a 5 años de prisión. Las condenas fueron confirmadas en 2013 con un único voto disidente de Eugenio Zaffaroni y los explotadores y el empresario, que aguardaban en libertad, se dieron a la fuga llegando a tener incluso orden de captura de Interpol.

Sin embargo, ni la justicia, ni la policía, ni la Interpol encontraron a Pampín, quien continuó realizando eventos con su empresa públicamente y prosiguió con su vida en total normalidad en los mismos lugares que, según su abogado Stefanuolo, siempre solía frecuentar. Pampín Luces es una de las compañías más grandes del país en su rubro: la iluminación de grandes eventos. Estando ya condenado, se encargó de iluminar el Festival por la Democracia (2012, en Plaza de Mayo), distintos eventos de Tecnópolis, el Edificio de YPF para el 25 de Mayo, la Conmemoración de Vuelta de Obligado (2011, en San Pedro), el stand de Presidencia de la Nación en la Feria del Libro y el de Buenos Aires Joven.

Una vez más, los mismos policías que asesinan a un pibe por día por gatillo fácil, que están involucrados en cuanta mafia haya a su alrededor siendo los mismos organizadores, por ejemplo, de las redes de trata y prostitución y que liberan la zona a los proxenetas, “fallaron” en encontrar a un empresario, a un hombre rico y amigo del poder de turno. Pampín tenía pedido de captura internacional pero ni siquiera tuvo que huir del país para evitar caer preso. Por el contrario, se sacaba fotos sonriendo para un artículo sobre la iluminación de los eventos organizados por el Gobierno en Tecnópolis, y fue así como Paula logró localizarlo. La joven tuvo que tomar la búsqueda en sus propias manos y llevar a la policía hasta un banco en el barrio de Villa General Mitre, donde se encontraba Pampín, para que lo arrestaran. Ella misma esperó fuera de los Tribunales para cerciorarse de que, después de casi diez años de haberlo querellado, finalmente fuese trasladado al penal de Marcos Paz.

Paula fue una más de las tantas víctimas de un oscuro círculo de complicidad que comenzó con su padre comisario, continuó con los proxenetas que lucran con la explotación sexual de cientos de mujeres y menores en todo el país, con la protección y participación de la policía y el encubrimiento del Estado y la Justicia. El círculo se terminó de cerrar en torno a las pocas ganas evidentes de hacer pagar por sus aberrantes crímenes a un empresario consentido (uno de los tantos) del Gobierno Nacional. Una vez más no se trata sólo de quienes consumen, sino de todo el entramado que hay por detrás del segundo negocio ilegal más lucrativo del mundo que en nuestro país funciona sin más frente a los ojos de todos (como, por ejemplo, en el NOA), con el sometimiento de tantas mujeres para sostenerlo, con la complicidad de un sistema hecho a su medida.

Lo que Paula encontró no fue indiferencia sino esta perversa red de complicidades y protección a los tratantes explotadores y a los ricos empresarios abusadores. El hecho de que sólo con su propia fortaleza y decisión haya logrado llevar adelante las denuncias y encarcelar a los culpables deja al descubierto la única forma en que las propias mujeres han podido y podrán descubrir y terminar con las siniestras operaciones de las redes de prostitución: mediante la autoorganización y la lucha.

Es lo que hacemos desde Pan y Rosas, en contra de la impunidad, por el desmantelamiento de las redes de trata y prostitución y contra todo tipo de violencia hacia las mujeres; son sólo algunas de las banderas con las que salimos a las calles y que llevaremos al próximo Encuentro Nacional de Mujeres en Salta. Te invitamos a sumarte para seguir luchando.




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